¡ALERTA DE SPOILERS!
No, siento decirlo, pero , el episodio que marca la mitad de la última temporada de 'Game of Thrones', no nos deja del todo satisfechos. Su mayor defecto es que los hechos que cuenta hubieran tomado por lo menos tres episodios en la primeras temporadas. "¿Cuál es la prisa?" -se pregunta uno cuando la flota de Euron Greyjoy (Pilou Asbaek) embosca a la de Daenerys (Emilia Clarke) y asesina a Rhaegar; una batalla que pudo haber sido espectacular se resume a un barco destrozado, Tyrion (Peter Dinklage) golpeado por un mástil, y corte a: ya estamos todos en la playa y quién sabe dónde quedó Missandei (Nathalie Emmanuel). Lo peor es que nadie entendió por qué Daenerys huyó y no aprovechó para achicharrar a la flota Greyjoy.
Lo mismo pasó con el momento de pasión entre Brienne (Gwendoline Christie) y Jamie Lannister (Nikolaj Coster-Waldau); ¡tanto tiempo esperando que ese arroz se cociera para que todo terminara en cinco segundos! Y olvídense de las escenas candentes del pasado. Todo es muy correcto ahora y sin duda se extrañan los largos arcos narrativos que le daban más sazón y complejidad a la trama.
Como se esperaba (tache), The Last of the Starks fue un episodio 'entre batallas' en el que los personajes volvieron a acomodarse en sus posiciones tradicionales. Sin embargo, gracias a eso nos mostró reencuentros y desencuentros, entrañables y decisivos, que mueven a la historia a su siguiente paso y que nos regalaron los mejores duetos y duelos de actuación entre los personajes más emblemáticos de la serie. Ese fue el gran acierto y no cabe duda de que quizá el mejor fue el que sostuvieron durante dos escenas el par de cerebros de la serie: Tyrion Lannister y Varys (Conleth Hill), mientras discuten la posibilidad de traicionar a Daenerys y actuar a favor de Jon (Kit Harington):
Quizá Cersei nos mata y así se resuelven todos nuestros problemas.
Y es que el planteamiento más importante de The Last of the Starks es el de la transformación que está sufriendo Daenerys: cada vez la vemos más obsesionada con el poder y menos interesada en seguir siendo la 'Rompe cadenas'. Hasta el pelo se le ha puesto más platinado, como en señal de que cada vez es más Targeryan. ¿Se irá a convertir en la Mad Queen? Por lo pronto tanto Arya (Maisie Williams) como Sansa (Sophie Turner) ya dejaron en claro que no confían en ella.
Por último, la escena final de The Last of the Starks nos deja con la mesa puesta para la batalla que se avecina y que promete ser más brutal que la de Winterfell porque las cosas ya se volvieron personales. El rechazo a negociar la paz por parte de Cersei (Lena Headey) y la consecuente ejecución de Missandei son una declaración de guerra, pero sin saberlo, la monarca de los Siete reinos acaba de darle el pretexto perfecto a Daenarys para que destruya King's Landing. Parece que el invierno tiene monstruos peores que los White Walkers.