¡CUIDADO, SPOILERS! ¡TODOS!
'Winterfell', el primer episodio de la temporada final de 'Game of Thrones' nos dejó con muchas sorpresas sobre el principio del fin, pero sobre todo, la colección de reencuentros más esperados de la serie. El principal, el que hasta Jaime (Nikolaj Coster-Waldau) pasó por alto: que en Winterfell muy probablemente encontaría a Bran (Isaac Hempstead-Wright). Como buen cliffhanger, la resolución del encuentro fue bastante sencilla y sin complicaciones: en cada ocasión nos recuerdan que Bran ya no es el niño, heredero de la Casa Stark, que quedó paralítico, si no el Cuervo de tres ojos, quien no tiene el menor interés en delatarlo ya que como buen Maestro ascendido, entiende perfecto que fue algo que tenía que pasar para que los dos llegaran a este momento.
De hecho, una de las mayores revelaciones de A Knigth of the Seven Kingdoms, el segundo episodio de la temporada final, fue enterarnos un poco más sobre la identidad de este personaje, y por lo pronto sabemos que es a él a quien busca el líder de los caminantes blancos, porque quiere borrar al hombre de la memoria de la tierra.
Jaime tampoco tomó en cuenta que, al fin y al cabo, le dicen el King Slayer, porque mató al padre de Daenerys (Emilia Clarke), pero finalmente se la ganó cuando aclaró, ante todos, que esta guerra no se trata de lealtades sino de supervivencia. Y de prepararse para sobrevivir fue la base de la trama de A Knigth of the Seven Kingdoms, que por lo tanto no tuvo la acción que muchos ya están desesperados por ver, pero que a cambio nos ofreció más color sobre algunos reencuentros, redenciones y aliados inesperados para la inminente batalla.
Uno de ellos fue el de Sandor 'The Hound' Clegane (Rory McCann) con Arya (Maisie Williams). El arco de este personaje fue uno de los focos principales de este episodio, en el que la vimos dar el paso a la adultéz consumando una atracción que ya estaba echando más chispas que la fragua de Gendry, y argumentando que 'no quiere morirse sin saber cómo se siente'.
Llama la atención que los otros puntos focales sean otros personajes femeninos. Sansa (Sophie Turner) se afianza como la Señora de Winterfell y su encuentro con Theon (Alfie Allen) fue aún más emotivo que el que tuvo con Jon (Kit Harington): es ella quien finalmente le otorga la oportunidad de redimirse. Daenerys intentea conciliar con ella, pero Sansa no está dispuesta, ni aun ante la muerte, a ceder el poder en el Norte.
Otra pista que nos deja el segundo episodio en cuanto a que la Guerra por el trono se perfila para ser un juego entre mujeres, es el reconocimiento a Brienne of Tarth (Gwendoline Christie) quien es nombrada por Jaime como caballero de los siete reinos y además, le pide pelear bajo sus órdenes. Por supuesto tampoco puede faltar el guiño a Lady Mormont, quien con su tradicional sabiduría y autoridad natural, se niega a encerrarse en la cripta con los niños y mujeres.
El segundo episodio fue atípico en cuánto a que no vimos a Cersei (Lena Headey) y supimos poco de Jon Snow, pero fue él -en su breve participación- quién soltó la bomba en esta entrega al revelarle a Daenerys su verdadera identidad... ni qué decir que la noticia le pegó como baño de agua fría y que le afectó más que la inminente llegada de los Caminantes blancos. No es para menos y muy posiblemente su reacción pueda influir en la Batalla de Winterfell que llegará con el próximo episodio.