Dolph Lundgren tenía 27 años cuando estelarizó Rocky IV en 1985. Era un sueco imponente, en perfecta forma que parecía que podía desahcer a cualquiera de un puñetazo. Pero también era un joven actor desconocido que no sabía nada sobre el mundo. En eso se parecieron mucho el actor y el personaje, según nos confesó Lundgren cuando lo entrevistamos en la visita al set de Creed II: defendiendo el legado: "Ahora tengo 33 años más y eso se refleja en el personaje. Así que la diferencia creo que es que Drago tiene mucha más complejidad ahora. Rocky IV, como buena película de su época, no es muy realista, en cambio Creed II sí lo es. Te hace reflexionar y es hasta cierto punto trágica. Iván Drago, que si era un personaje caricaturizado, un estereotipo. La verdad es que nunca pensé que volvería a interpretar a este personaje porque siempre me dio miedo terminar haciendo una mala copia del primero, ya que finalmente se convirtió en un personaje icónico, pero el excelente guion de Sly y las ideas de Caple, lo convirtieron en una persona real y esa fue una de las razones por las que hice el papel."
De lo único que se queja Lundgren sobre su personaje ahora es que lo hace verse más acabado de lo que en realidad está, pero admite que era necesario porque la vida de Drago quedó destruida tras perder la pelea frente a Rocky, así que lleva todos estos años planeando como tomar revancha y para eso utiliza a su hijo, Viktor, interpretado por Florian Munteanu, el boxeador amateur alemán que dejó el deporte para convertirse en actor. Esta es la premisa de la que parte la historia de Creed II , según nos comentó Lundgren :
Esto nos permitió mostrar una relación padre e hijo qué es el centro de la trama, porque gira en torno a la familia: mi hijo y yo vs. Rocky y Apollo con Adonis.
Munteanu nos dio su opinión al respecto cuando platicamos con él: "Va a ser una sorpresa muy grande porque su personaje es completamente diferente al que vieron en Rocky IV. Lo mismo con mi personaje, no es el típico villano, voy a tener mi propio motivo. Tengo las mismas características de mi padre pero yo peleo por diferentes razones."
Y es que como dice Lundgren , los mejores boxeadores provienen de las circunstancias más desesperadas: "En esta ocasión la situación política no es un tema central. Mi hijo no es un superdotado y no entrena cómo Drago en el 85, sino como un boxeador normal, como cualquier peso pesado. Ivan Drago era un instrumento del estado, no tenía ninguna involucramiento personal pero en esta ocasión sí tiene una motivación propia, ya no se trata de una cuestión patriótica sino de una prueba para padre e hijo, y así el personaje aprende algo y por ende el público también; y esa es la belleza de una buena historia."