Para Alfonso Cuarón, los sonidos específicos de la ciudad, eran muy importantes en la película, ya que son muy de nuestro país. El sonido del camotero, la campana de la basura, el del afilador o el del gas, fueron puestos ahí con toda la intención de que el espectador generara sus propios recuerdos sonoros.
La ambientación en Roma fue complicada porque parte de su equipo de producción era joven, así que su memoria de los objetos no tenía que ver con los objetos de otras generaciones.