A partir de Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald conoceremos más sobre la juventud de Albus Dumbledore y su cercana relación – que se atreve a definir como romántica – con Gellert Grindelwald, lo que le trae consecuencias el resto de su vida. Sin embargo, ¿cómo es que se conocieron estos dos personajes tan importantes en la saga de precuelas?
Primero que nada, Dumbledore asistió a Hogwarts y era parte de la casa de Gryffindor, mientras que Grindelwald fue a Durmstrang, conocido por ser un colegio que enseña magia oscura, sin embargo, fue expulsado por experimentar casi mortalmente con algunos de sus compañeros. Así que no, la escuela no fue la responsable de que se conocieran.
Tras no tener dónde estudiar, Gellert fue enviado a vivir al Valle de Godric con su tía abuela Bathilda Bagshot, la misma escritora y casi sabelotodo que conocimos en Harry Potter y las reliquias de la muerte – Parte 1. La familia de Dumbledore vivía en ese mismo poblado y justo cuando Albus terminó sus estudios y regresó a su hogar, fue cuando conoció a Grindelwald, en medio de un sentimiento de tragedia y responsabilidad, ya que su madre acaba de fallecer y él debía hacerse cargo de la familia.
El gusto por las reliquias de muerte de ambos fue lo que sentó la base para su relación. Ambos estaban obsesionados con obtenerlas, y el que Ignotus Peverell, uno de los hermanos originales poseedores de las reliquias viviera allí, ayudaba mucho para alimentar la pasión. A partir de aquí incluso compartirían la idea de alcanzar “el bien común” de dominar a los muggles, pero los hermanos de Albus no les gustaba su amistad con Gellert y ocasionó un conflicto mayor.
Aberforth, Albus y Grindelwald se batieron en un duelo de magos que ocasionó la muerte de Ariana, la hermana menor del futuro director de Hogwarts, lo que terminó por romper su relación de amistad. A partir de aquí tomaron caminos separados, pero Albus no ha podido quitarse la mente a Gellert, al menos por lo que sabemos de Animales fantásticos 2. Obviamente antes de la tragedia, compartieron más momentos de intimidad, y para despedirse Albus le escribió la siguiente carta:
Tu punto sobre la dominación del mago es para el propio bien de los muggles, esto – pienso – es el punto crucial. Sí, nos han dado poder y sí, ese poder nos da el derecho a gobernar, pero también nos da responsabilidades sobre los gobernados. Debemos subrayar este punto, será la piedra de fundación sobre la que construimos. Donde nos oponemos, como seguramente lo haremos, ésta debe ser la base de todos nuestros contraargumentos.
Nos apoderamos del control para el bien mayor. Y de esto se deduce que donde nos encontramos con la resistencia, debemos utilizar sólo la fuerza necesaria y no más. (¡Este fue tu error en Durmstrang! Pero no me quejo, porque si no hubiera sido expulsado, nunca nos hubiéramos conocido).