Como hemos visto, trabajar con niños en una filmación puede resultar bastante complicado, excepto para Steven Spielberg, quien ha logrado sacarles las mejores actuaciones. Una de las más memorables es la de Cary Guffey, el niño de cuatro años que interpretaba a Barry Guiler, el pequeño que es abducido por los aliens.
El niño le robó la película a Richard Dreyfuss, en gran parte por lo genuino de sus expresiones que eran logradas por el director, quien literalmente detrás de cámaras, le mostraba regalos para hacerlo sonreir o le pedía que se imaginara que sus amigos se despedían para siempre para hacerlo llorar. La escena más famosa de Guffey es cuando Barry entra repentinamente a la cocina y encuentra a los extraterrestres hurgando en el refrigerador. Como nunca vemos a los aliens, la comprensión de la escena corre a cargo por completo de las expresiones del niño, quien pasa en cuestión de segundos del miedo a la alegría. Para lograrlo, Spielberg disfrazó a un maquillista de gorila y lo escondió detrás de un biombo. Cuando el niño entro en escena revelaron al gorila y se asustó, pero entonces se quitó la máscara de inmediato y el Guffey sonrió aliviado al reconocerlo.