Han pasado tres largos años desde que Kate del Castillo conoció a Joaquín Guzmán Loera, o lo que es lo mismo, al Chapo Guzmán. Su historia no sólo fue objeto de persecución policiaca o de incontables memes, ahora es parte de la ficción. Si no quieren saber, no sigan leyendo. Pero en la tercera temporada de El Chapo, serie de Netflix, su encuentro quedó plasmado tal y como Kate lo contó en Cómo conocí al Chapo, documental que puedes encontrar en la misma plataforma.
Irán Castillo dejó a un lado su personalidad de niña buena, para interpretar a Vanessa Espinoza, una actriz que se convirtió en objeto de deseo del peligroso narcotraficante. Hasta aquí muy real, ¿no? De hecho se le cambio el nombre a Kate para evitar una demanda, pero las coincidencias son tremendas, ya que incluso Vanessa es 'La emperatriz del norte'; aunque Irán dijo a varios periódicos de Estados Unidos que no es precisamente Kate (¡Ay, ajá!).
Es un personaje al que le pasa lo que a ella, pero no es ella.
Aunque se llaman 'amigos', en la serie se da a entender que Vanessa fue quien puso al Chapo en bandeja de plata a la DEA de manera inconsciente, porque falló en adevrtirle que la DEA la vigilaba. Al final, y como pasó en la vida real, este incidente lleva a la captura del Capo.
Pero además de su fijación por Kate, perdón, Vanessa, lo interesante de la tercera temporada es ver cómo el Chapo era ayudado y apoyado por instituciones gubernamentales de alta esfera, como el interpretado por Humberto Busto, el Secretario de Gobernación con tendencias gay que manipula toda la relación entre le gobierno y el narco, muy al estilo de un Frank Underwood a la mexicana. Y no sólo eso, esta tercera parte de la ficción también muestra, como las anteriores, el lado humano y vulnerable de Guzmán Loera, que en esta ocasión se enfoca a su rol como padre y sus muchas ganas de ser un hombre dedicado a su familia.