Si bien la producción del cine mexicano ha ido en aumento con el paso del tiempo, aún no podemos hablar de una industria sólida en nuestro país. Aunque el año pasado se produjeron 175 películas (nunca se había llegado a tanto), continúa perdurando una sensación de riesgo para los inversionistas, quienes aún no ven en el séptimo arte nacional garantías para hacer negocios e impulsar nuestra cinematografía.
Datos de CANACINE muestran que México es el cuarto país con mayor crecimiento en venta de boletos a nivel mundial y el segundo en cuanto a construcción de salas con 297 nuevos recintos. Esto significa que la gente sí va al cine, pero no está consumiendo demasiados contenidos nacionales. Menos del 10% del total de ingresos de las películas en el año corresponden a producciones mexicanas, una pequeña porción a comparación de los estrenos internacionales.
¿Cuál es el problema? Según apunta Alejandro Sugich, director de la cinta Prometo no enamorarme, el error está en no darle la importancia debida al desarrollo de la idea y posterior guion de las cintas. Si se prestara más atención a esta área sería más fácil construir una estrategia económica sólida y atraer financiamiento, tanto del Estado como privadas, con mayor facilidad.
Como ejemplo está su cinta Prometo no enamorarme, a estrenarse el próximo 8 de junio. Sugich se tardó tres años en completar su ciclo, de los cuales dos fueron para desarrollar el proyecto y terminar de editar, y el restante para encontrar distribución. Tuvo un financiamiento de 10 millones de pesos (MDP) del Estado y siete del sector privado, pero justo éste último es al que se le tiene que prestar más atención. Una vez acabado su paso por la cartelera, vendió la distribución de la cinta a Amazon, generando un ingreso extra para la producción. Pero nada de esto hubiera sido posible sin una idea sólida en la preproducción.
Para Sugich lo más importante es también ver el cine como negocio y no sólo como arte. Se puede tener un mejor posicionamiento de la industria cinematográfica en México siempre y cuando se tenga el modelo indicado para lograr minimizar los riesgos. No sólo apostar por un proyecto, sino por varios, tener una gama de opciones que pueda sostener a las demás, seguir produciendo y por supuesto hacer un trabajo más minucioso en la preproducción.