La horripilante visión del actor famoso por su irreverencia en ese entonces (ahora que dejó de beber y drogarse anda muy formal) paseándose en una tanga con tirantes verde fosforescente -que a partir de ahí se conoció como Mankini- es una de las cosas más terribles que Cannes ha visto jamás. Quizá si se hubiera despojado de los calcetines grises y los zapatos cafés, algunos aún conservarían la vista y la salud mental.
14. El topless llega a Cannes
En 1954, el actor Robert Mitchum estaba paseando por la playa cuando de repente Simone Sylva, una aspirante a actriz o starlet, como se les llamaba entonces, se acercó a él y se quitó la parte superior del bikini. El pobre Mitchum no sabía ni dónde poner las manos y menos cuando se dio cuenta de que Sylva venía acompañada de un fotógrafo. La starlet, que buscaba hacerse famosa a costa de Mitchum, comenzó a vender las fotos a la mañana siguiente sobre la Croisette, así que los administradores del festival tuvieron que pedirle, no tan amablemente, que abandonara Cannes… para siempre.