Hay muy poco sufrimiento en la película de Disney de 1989, pero la historia original de Hans Christian Andersen, a quien le fascinaba escribir cuentos para niños truculentos y donde la regla eran los finales trágicos, es muy diferente. Para empezar la Bruja del Mar no sólo le quita la voz a cambio de darle piernas: con cada paso la sirenita siente como si caminara sobre navajas y debe conquistar al príncipe en tres días o literalmente se le romperá el corazón y morirá.
La sirenita (que no se llama Ariel) nunca es capaz de convencer al príncipe de que ella le salvó la vida, así que él se casa con la primera chava que vio cuando despertó en la playa, quien cree que es su salvadora. La sirenita enfrenta una de las muertes más dolorosas, pero entonces aparecen sus hermanas, quien han cambiado sus largas cabelleras por un cuchillo con la Bruja del mar. Le dicen que mate al príncipe y que vierta sus sangre sobre sus pies de humana para recuperar su cola de pez, pero la sirenita es incapaz de asesinar al hombre que ama, y prefiere suicidarse tirándose al mar en donde se convierte en espuma.