"Esto no es Berlín es una película muy autobiográfica, casi completamente", me confía el director Hari Sama sentados en la bancas del salón 1C del Colegio Cristobal Colón de Lomas Verdes. El aula, con su particular forma octagonal, está ambientado en la década de los 80 –portafolios Samsonite, pizarrones verdes, gises blancos– pues esta historia se desarrolla en los tiempos de México '86, aunque el Mundial de futbol está lejos de ser el tema central. "Hace tiempo que descubrí que el cine que yo hago tiene que moverme las fibras. Generalmente tiene que ver con poder hablar de mi propia historia, de mis propias cicatrices y ésta es una historia con la que llevo coqueteando muchos muchos años".
Exceptuando su cinta debut, Sin ton ni Sonia (2003) coproducida por Columbia Pictures, su filmografía ha rondado más y mejor por el camino independiente: El sueño de Lu (2011) le dio el Ariel y un par de premios internacionales a su protagonista Ursula Pruneda y Despertar el polvo (2013) con su hipnotizante final, se alzó como Mejor película del ahora desaparecido festival de la Riviera Maya. "Siempre me asustaba un poco la idea de sentarme a escribirla después de que estaba haciendo un cine más chiquito, como muy intimista, de pocos personajes... Ésta es una película super coral, compleja porque tiene que hablar de mi vida a nivel de los dolores esenciales de las familias: la mamá deprimida, el padre que no está, cómo crecimos en esta zona de la ciudad".
En el Satéilte de los 80, recuerda, habían violentas pandillas de cientos de integrantes y muy poca oferta cultural "apenas tocaba Kenny y los Eléctricos en una pizzería", comenta. Se sobrevivía en un turbulento contexto en el que considera había una dictadura heredada de las represiones juveniles del 68 y 71. Por eso en éste, su cuarto largometraje de ficción, no sólo experimentará con el cine de época, sino también con el número de personajes y locaciones distribuidas entre Naucalpan y la ciudad de México para lograr una correcta ambientación.
Después de 20 minutos de conversación, un lujo en medio del rodaje, los asistentes nos interrumpen para avisarle que los emplazmientos están listos y que hay que volver a la silla de director. Salimos para que entre una decena de adolescentes a ocupar sus pupitres. Una vez que están todos sentados, la escena retrata a Carlos –nombre de pila del cineasta– entrando al salón en donde el profesor lo recibe con amenazas. Sus compañeros lo molestan por traer el pelo largo y restos de rimel enmarcando los ojos: un par de signos de rebeldía de la época.
Esto no es Berlín gira en torno a él. Carlos es un adolescente que vive en Ciudad Satélite –como lo hacía el realizador–, y que ante las carencias provocadas por una familia disfuncional, buscará encontrar su lugar en el mundo. Junto con su amigo Gera, la vida lo llevará a salir de su barrio para llegar a lo más underground de la ciudad de México. Ahí experimentará el movimiento cultural de aquella época en la que nacieron intelectuales, artistas y bandas esenciales de nuestro país (Las insólitas imagenes de Aurora (ahora Caifanes), Gabriel Orozco, Rubén Ortiz, los hermanos Quiñones) en un entorno de libertinaje, sexo, drogas y rock. Una revisión a esos míticos lugares tomados por los artistas y atacados por las autoridades como lo fueron El nueve, el Tutti-Frutti y La quiñonera. Ahí, estos jóvenes tendrán las revelaciones que buscan desde la luz, pero también desde la más pesada obscuridad.
¿Veremos a algunos artistas de la época retratados en la cinta? "Mira sí, a ver si no se enojan", rie el exsateluco. Justo el título de la película hace honor al movimiento cultural y artístico que se vivía en la capital alemana en esos tiempos, en donde a pesar de que la Guerra Fría estaba en su apojeo, grandes como David Bowie o Nick Cave vivieron e hicieron sus mejores trabajos ahí.
Xiabani Ponce de León, a quien hemos visto en éxitos televisivos de Disney como Violetta es el protagónico. Su amigo, Gera, lo interpreta el actor de doblaje José Antonio Toledano. También participa Américo Hollander (La delgada línea amarilla) y Ximena Romo (La vida inmoral de la pareja ideal) como Rita "una pequeña Patty Smith. Una chava poeta, con una posición muy clara acerca del arte". Entre los adultos que aparecen están Lumi Cavazos, Marina de Tavira, Mauro Sánchez Navarro y el propio director aparece actuando como el tío comprensivo pacheco, "la figura masculina que a mí me hubiera gustado tener", detalla.
Esperemos que este coming of age esté listo para poder entrar a la competencia del Festival de Morelia a finales de octubre. Si no, seguramente la veremos en algún momento del 2019, pues tiene elementos que le garantizan escaparse del puro circuito de festivales.