Qué bueno que existen las segundas oportunidades porque sino Ryan Reynolds se hubiera quedado como el Deadpool que apareció en 2009 en X-Men orígenes: Wolverine. Un personaje que no asustaba a nadie más que a los fanáticos por lo horrendo que lucía con solamente las marcas negras en su cuerpo y un rostro sin boca, una burla hacia el antihéroe de los cómics.
Lo bueno para Reynolds es que ahora encarna al mismo sujeto pero en sus películas individuales que resultan mucho mejores. Inclusive en la primera hace una mofa hacia el Deadpool de aquella época, mostrando un muñeco.