Para quienes estén esperando en La maldición de Thelma una película de terror u horror estilo Hollywood, van a quedar muy decepcionados. De hecho, la cinta de manufactura escandinava (cuyo título original es simplemente Thelma, sin maldición), no es ninguna de las dos y su director, Joachim Trier (Adiós a las bombas), estuvo de acuerdo cuando lo entrevistamos hace unos días:
Creo que soy un director de terror fracasado, pero estoy orgulloso de ello. Traté de hacer un filme de terror pero terminé haciendo, otra vez, una película sobre emociones humanas: la familia, las expectativas, la culpa, la vergüenza. Es mi esencia. Me gusta poder vivir en la piel de mis personajes. Quería que la gente pudiera sentir muy de cerca la soledad de alguien; me encanta como el cine nos permite entrar en la mente de otros.
Y es ahí a donde nos lleva La maldición de Thelma, a la cabeza de su protagonista (Eili Hoboe) quien vive en un mundo aislado, reprimida por conceptos religiosos y con unos padres distantes. Thelma está en el mundo, pero no se relaciona con él. Y cuando finalmente se abre, empiezan a sucederle cosas muy extrañas.
Siempre había hecho dramas, pero me encanta el género de horror, y me llama mucho la atención que Hollywood está haciendo tanto de esto, pero creo que nunca los liga con cuestiones humanas; así que mi idea fue hacer una película que partiera de una situación más normal y que fuera evolucionando hacia un thriller sobrenatural. También quería hacer algo muy visual.
Efectivamente, en La maldición de Thelma no hay muchos diálogos: las imágenes van contando la historia, justo cómo -le comentamos- dijo Guillermo del Toro en su Master Class en el FICG:
Me encanta que Guillermo haya ganado el Oscar justamente con una película que es un cuento de hadas que lidia con emociones humanas, estoy de acuerdo en que el componente visual es la esencia del cine.
En La maldición de Thelma el suspenso se construye a través de imágenes que se entremezclan entre la realidad y las visiones de la protagonista, y el horror consiste en encontrarse con sus propios demonios.
Creo que se trata de la angustia de ir descubriendo, cuando eres joven, de quién eres en realidad y de que tienes libertad para elegir. Thelma es como una visión exagerada de lo que atravesamos todos en algún momento de nuestra vida.