Quizá a estas alturas de la serie estemos más preocupados por la inminete guerra contra los White Walkers y por el hecho de que ahora tienen un dragón; o por si Daenerys está embarazada y el chamaco les sale mal por ser parientes, o por saber qué nueva maldad está planeando Cersei. Pero nadie puede negar que a todos nos marcó para siempre la decapitación de Ned Stark al final de la primera temporada. Confieso que hasta el último minuto estaba esperando que pasara algún milgaro que cambiara su suerte y que se me escapó un grito de horror cuando el maldito Joffrey asestó su cuello con un golpe de espada. Nadie se lo esperaba, sobre todo bajo la regla tácita de que los protagonistas no mueren, pero poco sabíamos en 2011, que George R. Martin le encanta romper esa regla.
En fin, que para sacarnos de dudas The Huffington Post le preguntó en entrevista a Sean Bean que qué era lo que había dicho en esos momentos finales en los que en pantalla sólo le vimos mover la boca. La respuesta fue bastante sencilla y hasta cierto punto obvia: Estaba diciendo una oración...
No pude ser muy específico, porque no sé si la religión (como la conocemos hoy) era algo tan presente en esa época. Lo único que pensé fue: '¿Qué haría alguien si este momento fuera real?', lo más probable es que rezar: susurrar algunas palabras para tí mismo. Fue tan sútil que mucha gente no lo vió, pero para mi fue un ejercicio muy interesante. En realidad no hay mucho que puedas hacer en un momento como ese, cuando tu cabeza está sobre el bloque, sólo murmurar...