El director francés Cédric Klapisch, es famoso por su estilo de tomar elementos cotidianos de la vida y plasmarlos en la pantalla grande con un factor en común, que casi siempre es el viaje de algún personaje principal. Por supuesto que su más reciente cinta no podía ser la excepción. El viñedo que nos une aborda la vida de tres hermanos y la decisión que toman sobre vender o no el viñedo en donde su familia ha producido vino desde hace tiempo, enseñándonos de paso el proceso artesanal con el cual se fabrica el famoso vino de Borgoña.
Hace unos meses vino a nuestro país a hablar de este largometraje, que tiene la fotografía como uno de sus aspectos característicos y que en esta ocasión se centra en un fiel retrato de la naturaleza y de la labor de hacer vino:
"Me asocié con un fotógrafo que vive ahí (Borgoña). Las imágenes que se ven al principio de la película, son trabajo de él desde hace siete años. La luz del verano y el invierno se pueden diferenciar”
Debido a la trama, pareciera que El viñedo que nos une está enfocada a un público adulto; incluso sus hijos le hicieron ver este detalle: "Mis hijos mayores me dijeron que haría una película para viejos con esta temática, por lo que quisimos hablarle a los jóvenes con el producto final. Quisimos hacer una mezcla entre documental y ficción; hasta la vendimia fue real, con personas que se dedicadan a ello”.
Parte del encanto que rodea a El viñedo que nos une es el proceso artesanal de la creación del vino, algo que comparte con su profesión: "Soy defensor del cine artesanal, utilizo un equipo pequeño de máximo 50 personas y el proceso es creativo en vez de ser de consumo, así como el vino".
El vino también fue la excusa para poner otras cosas sobre la mesa: "Quise aprovechar el vino para hablar de muchas cosas más, de la familia, las estaciones, etc. Mi padre solamente bebía vino de Borgoña, mis dos hermanas y yo lo acompañábamos. Hacíamos degustaciones; así descubrí el vino".
Para cerrar Klapisch opinó sobre el cine mexicano: "Hay dos tipos cines mexicano: el actual en Estados Unidos, representado por Cuarón, del Toro e Iñárritu, que no son estadounidenses pero están dentro del sistema, y el cine menos conocido, que como en Francia no se exporta a otros países. Yo vine aquí hace ocho años y me llamó la atención que en el cine mexicano, así como en el francés, no nos gusta la comparación con Estados Unidos”.