Aceptémoslo, las caricaturas de antaño no son las mejores técnicamente ni mucho menos las más educativas o difíciles de entender, pero las adoramos. La simpleza de sus historias, la cotidianidad de sus situaciones e inclusive que muchos personajes sean animales, son parte de los ingredientes que las hacen trascender en el tiempo y vencer las barreras generacionales.
Muchas de las caricaturas aquí mencionadas iniciaron como cortometrajes y su público no era el infantil, pero el progreso social y tecnológico las acercó a los hogares con la televisión. Algunas tuvieron que ser reeditadas para ajustarse a las normas pero eso sólo les permitió llegar a todo tipo de público. Llegaron para quedarse.