Un actor está dispuesto a hacer prácticamente lo que sea que su personaje requiera cuando recibe una oportunidad como la que le abrió las puertas de Hollywood a Jennifer Lawrence, a quien al principio no le molestaban tanto las siete horas de maquillaje por las que debía pasar cada vez que le tocaba filmar escenas a Mystique en X-Men: Primera generación. “Me encanta trabajar con Bryan -le dijo por aquel entonces a Entertainment Weekly- es la pintura lo que no me gusta, sobre todo porque me preocupa respirar los vapores y toxinas”.
Por suerte para Lawrence (o quizá porque para entonces ya era Katniss Everdeen) la tortura pudo reducirse a sólo tres horas de maquillaje en X-Men: Días del futuro pasado. Para la siguiente entrega de la franquicia, Apocalipsis, Doña Lawrence ya había ganado un Oscar así que todo se solucionó con un body-suit azul.