Quienes lo conocen dicen que Daniel Day-Lewis no es ninguna perita en dulce, sobre todo porque el riguroso actor de método a veces se toma demasiado en serio a sí mismo y no tiene ni tantita modestia en proclamar que no hay otro cómo él y cada vez que puede saca a relucir que es el único que ha ganado tres Oscars. Por eso sorprendió a todos el anuncio de que El hilo fantasma, la más reciente cinta de Paul Thomas Anderson por la que Day-Lewis recibió una nominación al Globo de Oro, será su última aparición en pantalla. Así es, el actor se retira y punto. Sus representantes aseguran que es una decisión personal y que no dará más explicaciones al respecto.
Por si esto no fuera bomba suficiente, Daniel Day-Lewis también ha gritado a los cuatro vientos que la filmación de El hilo fantasma fue su peor pesadilla, a pesar de que todo el mundo esperaba con mucha expectativa esta reunión entre el director y el actor que lograron ocho nominaciones en el 2008 con Petróleo sangriento y que le dio a Day-Lewis su segunda estatuilla.
La historia de El hilo fantasma se desarrolla en Londres en los años 50 y gira en torno a las obsesiones románticas y sexuales del auto destructivo diseñador Reynolds Woodcock, quien realiza vestidos de alta costura para las damas de sociedad inglesas. De acuerdo a Indiewire, a nadie sorprendió que en el pre-estreno de la cinta en Nueva York, Day-Lewis no tardara en enlistar el casi infinito número de diseñadores a los que investigó para interpretar el papel. Con todo, el personaje no está inspirado en la vida de ningún diseñador real, pero tanto el actor como el director mencionaron a Balenciaga, John Cavanagh y Victor Stiebel, entre otros.
A fin de capturar la verdadera esencia de un taller de alta costura de los 50, Anderson decidió rentar una casa de estilo Georgiano para llevar a cabo la filmación, para que el ambiente, hasta cierto punto claustrofóbico, ayudara a generar más realismo; pero para Day-Lewis de plano no funcionó: “Fue espantoso -dijo- estuvimos apretujados uno encima del otro, no teníamos espacio ni forma de permanecer en personaje entre tanta gente, cables y cajas. Era como un nido de termitas.” Al respecto, el director se defiende diciendo que así era justo como vivían los personajes y que la sensación de intimidad que se logró a pesar de las dificultades, jamás hubiera sido posible en un foro.