Siguiendo el éxito de series de la BBC como Call the Midwive, Land Girls o The Paradise, la productora española Bambú ha lanzado con bastante éxito Velvet y Gran Hotel, siguiendo la misma fórmula de un melodrama de época en el que uno o varios personajes femeninos tienen que luchar para vencer el machismo o los patrones limitantes de la sociedad. Dirigidas principalmente al público femenino, aunque eso no quiere decir que los hombres no las adoren, se han convertido en las telenovelas de hoy al presentar historias más sofisticadas, diferentes y con mayores valores de producción.
No fue sorpresa entonces que cuando Netflix anució que produciría su primera serie española, eligiera a Bambú para realizar Las chicas del cable, una historia que se desarrolla en el Madrid de finales de los años 20. El personaje principal es Alba, una chica curtida por la vida difícil, que para librarse de un chantaje se hace pasar por otra para entrar a trabajar a la nueva central de la Telefónica de Madrid. Ahí conoce a Ángeles quien tiene un marido machista y maltratador, a Marga, una chica humilde y tímida, que contrasta con Carlota, una niña bien que renuncia a todo con tal de conservar su independencia.
La temporada uno corrió bastante bien a pesar de tener una musicalización desastrosa, ya que utiliza canciones cuya letra termina compitiendo con los diálogos, y el uso de música actual, en vez de la de los 20, para ambientar alguna fiesta al estilo de El gran Gatsby, tampoco funciona. Con todo, la trama dio lo necesario para mantener la intriga durante ocho episodios e incluso -como buena telenovela- dejarnos picados al final.
La segunda temporada de Las chicas del cable se estrenó en Netflix el pasado 25 de diciembre con toda la intención de que reposáramos el recalentado echándonos el maratón. La serie inicia en la noche en la que las protagonistas reciben el nuevo año de 1929 y hasta la mitad empezamos a entender lo que está pasando. Por alguna extraña razón el director eligió una especie de narrativa circular que por contener personajes y tramas completamente nuevos, resulta bastante desconcertante para el primer episodio de una nueva temporada que tiene ocho meses de separación con la anterior. Otro detalle es que empieza a separarse de la fórmula británica y a acercarse a la telenovela de Televisa con actuaciones que de tan dramáticas comienzan a verse ridículas y situaciones que repasan competa la lista de clichés y lugares comunes. No, no está maratoneable. Vamos a ver si mejora…