Fue en 1995 cuando se estrenó Jumanji y a más de 20 años y con un re-boot en puerta quizá ya sea momento de considerarla un clásico. La historia sobre un par de niños huérfanos que encuentran un viejo juego que los atrapa en una aventura que tiene cada vez peores consecuencias, sigue vigente y generando las mismas pesadillas que entonces. La idea fue sumamente innovadora y muy bien producida, aunque quizá ahora nos de un poco de risa su primitivo CGI. Pero si ponemos este pequeño detalle de lado, podemos decir que Jumanji ha envejecido muy bien, aunque -tristemente- no podemos decir lo mismo de todos sus protagonistas.
Robin Williams fue uno de los actores más talentosos de su generación, que tenía la misma capacidad para hacerte reír que para conmoverte. Su papel como Alan Parrish, el primer niño que queda atrapado en el juego, es uno de sus roles más icónicos. Por desgracia, perdió la batalla contra la depresión, y su muerte, el 11 de agosto de 2014, ha sido una de las pérdidas más lamentables y tristes de Hollywood.
Aunque era bonita, talentosa y simpática, siempre le faltó un poco más de chispa a Bonnie Hunt, quien interpretaba a Sarah Whittle, la amiga con la que Alan empieza a jugar y la que, por salir corriendo asustada, deja atrapado a Alan en el juego. Su carrera como actriz ha sido buena aunque no extraordinaria. Su última aparición en un protagónico fue en Más barato por docena en el 2005. Desde entonces se ha dedicado más a doblar personajes animados. Ha prestado su voz a Sally Carrera en Cars, a Dolly en Toy Story 3 y a Bonnie Hopps en Zootopia.
Kirsten Dunst ya había protagonizado Entrevista con el vampiro al lado de Tom Cruise y Brad Pitt cuando hizo Jumanji. Es, sin duda, la que tiene hoy la carrera más exitosa, además de ser un raro caso de actriz infantil que no terminó en el olvido o en las drogas. Ha tenido roles icónicos como el de Mary Jane en Spiderman, La sonrisa de Mona Lisa y Las vírgenes suicidas. Favorita de Sofía Coppola, recientemente protagonizó la cinta El seductor.
Bradley Pierce es exactamente el caso contrario de Kirsten Dunst. Dicen que sufría de pánico escenico y después de Jumanji decidió regresar a una vida normal. Afortunadamente no se tiró a las drogas y hoy sigue ligado al ambiente artístico pero detrás de las cámaras, como actor de doblaje. Vive en Los Ángeles donde también trabaja como barman y es asesor de bares y restaurantes.