En 2007, Steve Jobs subió al escenario con un iPhone que apenas funcionaba, pero fue salvado por un guión impecable
Sergio Negrete
Sergio Negrete
-Redactor
Mi infancia estuvo repleta de películas de Disney en VHS. Bien podría ser un personaje de 'El diario de Bridget Jones', 'Fleabag' o 'Parks and Recreation'

Aunque la presentación del primer iPhone ocurrió sin errores, en realidad, fue un acto de equilibrio, casi como ver a Steve Jobs protagonizando 'La Gran Estafa' o 'Los Ilusionistas'.

Así como James Cameron hizo volar a todos con los efectos especiales de Terminator o Steven Spielberg nos hizo creer que los dinosaurios caminaban entre nosotros gracias a Jurassic Park, hay momentos en la historia de la tecnología que también marcaron un antes y un después. Uno de esos momentos fue en 2007, cuando Steve Jobs apareció en el escenario con un dispositivo que parecía salido de una película de ciencia ficción: el iPhone.

Con toda la emoción que suscitó un hecho sin precedente, como salido de Blade Runner, pocos sabían es que ese teléfono apenas funcionaba. El legendario evento donde Jobs deslizó el dedo sobre una pantalla por primera vez, mostrando un dispositivo que hacía llamadas, navegaba por internet y reproducía música, pudo haber sido un desastre total. Lo que parecía una presentación sin errores fue, en realidad, un acto de equilibrio, casi como ver a un ilusionista haciendo trucos en la cuerda floja con fuego y sin red de seguridad.

Lo cierto es que el prototipo del iPhone presentado en aquel entonces estaba lleno de problemas: la batería se agotaba rápidamente, el software era inestable y la conectividad a internet no era del todo confiable. Si Jobs se salía un milímetro del guión, el dispositivo podía colapsar en pleno escenario y revelar que estaba lejos de ser la maravilla que decía ser, meses antes de salir al mercado para tener tiempo de corregir todas las deficiencias.

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Para evitar el desastre, Apple ideó un plan digno de La Gran Estafa o Los ilusionistas. El equipo técnico, sabiendo que el iPhone no podía hacer dos cosas bien seguidas, creó un "camino dorado", una serie de pasos perfectamente coreografiados que Jobs debía seguir al pie de la letra. Cada momento estaba cronometrado, incluso la forma en que debía abrir ciertas apps o desconectar y volver a conectar funciones como el Wi-Fi.

Durante semanas antes del evento, Steve Jobs ensayó cada movimiento como si fuera una función de Wicked en Broadway. El hombre de la manzana sabía que cualquier error podía costar el futuro del iPhone, así que practicó frente a un equipo que vigilaba todo con atención de halcón. Los ingenieros incluso colocaron múltiples routers de Wi-Fi en la sala para asegurarse de que la señal no fallara.

Ars Technica

Aunque por dentro el iPhone era un caos, lo que la gente vio fue una pieza de tecnología que parecía sacada del futuro. El resto es historia: miles de personas se formaron durante horas, Apple redefinió la telefonía móvil y Steve Jobs se convirtió en una leyenda. La clave de todo fue la preparación, algo que el mundo del espectáculo conoce muy bien.

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