Los años noventa fueron una década dorada donde las personas jugaban con tamagotchis, los tazos dominaban la hora del recreo, y sobre todo, las películas familiares marcaban las tardes frente a la televisión. Cualquiera que haya crecido en esa época, seguro recuerda clásicos como Mi pobre angelito, que nos enseñó a defender la casa con trampas caseras, Mi primer beso, que dejó a todos el corazón hecho pedazos, o Robbin Williams tratando de estar con su familia en Papá por siempre.
Pero si hay alguien que supo cómo hacernos reír, soñar y llorar, esa fue la Casa del Ratón. Si algo hizo bien Disney en los noventa, fue llegar directo al corazón de los espectadores, con historias que combinaban aventura, lecciones de vida y personajes entrañables. Muchas de esas cintas, como El Rey León y Juego de gemelas, se quedaron tatuadas en nuestra memoria para siempre.

Entre todas esas joyas hay una película que, aunque no siempre se menciona primero, provocó un llanto colectivo que ningún niño de los noventa ha olvidado. Este es un clásico escondido que cumplió 34 años y cuyo final partió más corazones que cualquier escena de Titanic. Se trata de Colmillo blanco, la película de Disney que nos mostró una amistad única entre un joven y un lobo mitad salvaje.

Colmillo blanco se estrenó en 1991 y fue protagonizada por un joven Ethan Hawke, mucho antes de que se convirtiera en el crush intelectual de películas como Antes del amanecer. En la cinta dio vida a Jack, un muchacho que viaja hasta las heladas tierras de Alaska para reclamar una herencia pero termina encontrando mucho más que oro. En medio del paisaje nevado, conoce a Colmillo Blanco, un lobo cruzado con perro, tan feroz como leal.
La historia está basada en la novela homónima de Jack London, y aunque Disney suavizó algunas partes para hacerla más amigable para el público infantil, nadie estaba preparado para ese final. La escena de despedida entre Jack y el lobo es una de las más recordadas de la década, mostrando una lección sobre dejar ir a quienes amas, y sobre respetar la libertad de los seres que nos acompañan en el camino.

Es cierto que muchas cintas familiares de Disney nos regalaron grandes momentos: desde aventuras como El zorro y el sabueso, hasta risas con Querida, encogí a los niños. Sin embargo, Colmillo blanco tenía ese ingrediente especial que sólo algunas películas logran: nos hizo sentir valientes, nos enfrentó al dolor y nos enseñó que amar también significa dejar ir.
Si te atreves a revivir esta montaña rusa emocional, la buena noticia es que Colmillo blanco está disponible en Disney+. Pero te damos una advertencia: ten pañuelos listos y mucha fortaleza mental para no perder los estribos.. No importa cuántos años hayan pasado, la escena final sigue teniendo el mismo efecto.