Desde su estreno en Netflix, La última parada de Arizona se ha convertido en una de las películas más comentadas del momento. Este thriller neo-western dirigido por Francis Galluppi ofrece una experiencia electrizante que juega con las expectativas del espectador, manteniéndolo en un constante estado de tensión. Con una estética retro y un desarrollo narrativo que recuerda a clásicos como Perdita Durango o Fargo, la película se convierte en una pieza imperdible para los amantes del cine de género.
La historia comienza de manera sencilla: un vendedor de cuchillos (interpretado por Jim Cummings) se detiene en una gasolinera en medio del desierto de Arizona, solo para descubrir que no hay combustible disponible y que debe esperar la llegada de un camión cisterna. Sin embargo, lo que parece un inconveniente menor pronto se convierte en una situación de vida o muerte cuando dos criminales llegan al mismo lugar. Beau (Richard Brake) y Travis (Nicholas Logan) acaban de cometer un robo a un banco y buscan desesperadamente una salida. Lo que sigue es una intrincada partida de ajedrez donde la tensión se incrementa con cada interacción entre los personajes.

‘La última parada de Arizona’: Una carrera contra el tiempo que te dejará sin aliento
Uno de los grandes aciertos de Galluppi es la forma en que construye su atmósfera. El escenario principal es un pequeño restaurante al lado de la gasolinera, un espacio reducido donde la tensión se palpa en el aire. Con cada nuevo personaje que entra en escena, las probabilidades de que la situación estalle aumentan. Charlotte (Jocelin Donahue), la dueña del diner, se convierte en una figura clave dentro del relato, obligada a mantener la calma mientras atiende a sus clientes y lidia con la creciente amenaza.
La estructura narrativa recuerda a clásicos del género, pero lo hace con una frescura que la distingue. Al igual que Pulp Fiction o No Country for Old Men, la película juega con giros inesperados y cambios de perspectiva que mantienen al espectador alerta. Lo que comienza como una simple situación de espera se transforma rápidamente en un enfrentamiento letal. Galluppi no tiene miedo de sumergirse en la oscuridad, explorando la violencia con una mezcla de crudeza y humor que le da un sello distintivo.

El elenco brilla en cada escena, pero es Jim Cummings quien se roba la función con su interpretación del vendedor de cuchillos. Su personaje, aparentemente anodino, esconde una complejidad que se revela conforme avanza la trama. Cummings logra transmitir una sensación de peligro latente, algo que ya ha demostrado en películas como Thunder Road y The Wolf of Snow Hollow. A su lado, Richard Brake encarna a Beau con una frialdad escalofriante, mientras que Nicholas Logan ofrece un contrapunto explosivo con su interpretación de Travis, el más impulsivo de los criminales.
Sin revelar demasiado, el tercer acto de la película es un descenso imparable hacia el caos. Justo cuando parece que la situación ha alcanzado su punto más crítico, la narrativa da un giro inesperado que deja al espectador sin aliento. La tensión acumulada explota en una serie de eventos que cambian completamente el rumbo de la historia. En definitiva, si buscas una película que combine el suspenso del thriller con la intensidad del western moderno, La última parada de Arizona es la elección perfecta.