En la historia del cine, pocas películas han logrado capturar la esencia del horror humano con la profundidad y el impacto de Shoah. Este monumental documental de 9 horas y 30 minutos, dirigido por Claude Lanzmann y estrenado en 1985, no solo redefinió la manera en que el Holocausto fue representado en la pantalla, sino que también se convirtió en un testimonio indeleble de la memoria histórica.
Con un enfoque radicalmente innovador, la película renuncia al uso de material de archivo y en su lugar presenta exclusivamente testimonios de víctimas, testigos y perpetradores, construyendo una narrativa devastadora y necesaria. Shoah no es una película fácil de ver, pero su relevancia la convierte en un visionado imprescindible al menos una vez en la vida.

Una obra monumental que cambió la manera de representar la historia en el cine
Lanzmann dedicó más de una década a este proyecto, viajando por el mundo en busca de testimonios, algunos de los cuales fueron recogidos mediante cámaras ocultas para revelar verdades que, de otro modo, hubieran permanecido en silencio. La obra es una experiencia inmersiva y cruda que busca abolir la distancia entre el pasado y el presente, confrontando al espectador con una de las tragedias más grandes de la humanidad.

El director llevó a cabo su investigación con la colaboración del historiador Raul Hilberg, cuya obra fue fundamental para comprender el alcance del genocidio nazi en sus dimensiones políticas, económicas, técnicas y humanas. Shoah se distingue por su rigurosidad y por la manera en que permite que los testimonios hablen por sí mismos, sin narraciones externas ni reconstrucciones dramatizadas.
En términos cinematográficos, Shoah se ubica junto a otras grandes producciones que han moldeado la memoria del Holocausto, como Noche y niebla de Alain Resnais. Sin embargo, Lanzmann va más allá al evitar cualquier imagen de archivo, lo que le da a su documental una cualidad única e inquietante. En lugar de depender de fotografías o filmaciones previas, el director obliga a los testigos a revivir sus recuerdos en el presente.

Uno de los momentos más impactantes del documental ocurre cuando Lanzmann entrevista a un ex trabajador del campo de exterminio de Treblinka. En un acto de valentía y compromiso ético, el director utilizó una cámara oculta para registrar las confesiones de este hombre, quien, sin saber que estaba siendo grabado, reveló detalles escalofriantes sobre el funcionamiento de la maquinaria del genocidio. Estas escenas, que ponen en evidencia la normalización del horror por parte de los perpetradores, se convirtieron en algunos de los fragmentos más inquietantes del filme.
En 2023, Shoah fue añadida al Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO, un reconocimiento a su importancia como testimonio esencial de la historia de la humanidad. Cuatro décadas después de su estreno, sigue siendo una referencia obligada para entender el Holocausto y la fragilidad de la memoria colectiva. No es solo una película, es un acto de resistencia contra el olvido y un recordatorio de que, aunque el tiempo avance, algunas historias deben seguir contándose.