Hace 50 años, Stanley Kubrick estrenó una de sus obras más fascinantes y enigmáticas: Barry Lyndon. Considerada una joya del cine histórico, esta película ha ganado un lugar especial en la historia del séptimo arte y es una de las favoritas de cineastas legendarios como Martin Scorsese y actores de renombre como Leonardo DiCaprio. Con su meticulosa dirección y estética impecable, Kubrick dejó una obra que sigue siendo objeto de análisis y admiración.
Estrenada en 1975, Barry Lyndon se basa en la novela homónima de William Makepeace Thackeray y narra la historia de Redmond Barry, un joven irlandés que asciende en la sociedad del siglo XVIII a través de una serie de engaños, duelos y matrimonios estratégicos. Interpretado por Ryan O’Neal, el personaje evoluciona de un joven encantador a un manipulador maestro, reflejando las complejidades de la ambición humana. La película destaca por su elegante encuadre y el uso magistral del zoom, una técnica que, aunque el director de Taxi Driver y Los infiltrados admite no preferir, considera fundamental para capturar la esencia pictórica del siglo XVIII.

50 años después, ‘Barry Lyndon’ de Stanley Kubrick sigue deslumbrando
Kubrick era conocido por su obsesiva búsqueda de la perfección, y Barry Lyndon no fue la excepción. El director de 2001: Una odisea del espacio y El resplandor se destacó por su meticulosidad en cada detalle, desde la iluminación natural con velas hasta la composición de cada plano. Sin embargo, lejos de ser un tirano del control, según los actores Dominic Savage y Leon Vitali, Kubrick también fomentaba la creatividad en el set. Vitali recordó que, una vez encontraba al actor adecuado para un papel, le daba libertad para explorar su personaje, lo que enriqueció las interpretaciones y aportó frescura a la narrativa.
El proceso de filmación también reveló la dualidad del carácter de Kubrick. Aunque era un perfeccionista, también sabía adaptarse y experimentar sobre la marcha. Vitali destacó que Kubrick rara vez utilizaba storyboards; prefería explorar el set con una cámara y un visor, buscando el ángulo perfecto en el momento. Esta flexibilidad contrastaba con la rigidez que se le atribuía, demostrando su capacidad para equilibrar el control con la espontaneidad.

Scorsese, gran admirador de Kubrick, ha elogiado en varias ocasiones la audacia del director. En una entrevista para Time, recomendó ver Barry Lyndon para apreciar el ritmo y la cadencia del siglo XVIII, resaltando cómo la película transforma cada escena en una pintura viviente. Para el director de Buenos muchachos y Toro salvaje, Kubrick logró algo extraordinario: llevar al espectador a través de una experiencia visual y emocional única, donde el tiempo y el espacio parecen suspendidos.
A pesar de que Barry Lyndon no fue un éxito inmediato en taquilla y recibió críticas mixtas en su estreno, con el tiempo ha sido revalorada como una obra maestra. Su estética visual, su narrativa pausada y su profundo análisis de la naturaleza humana la han convertido en un referente del cine histórico y en una pieza fundamental de la filmografía de Kubrick.