Los k-dramas han conquistado el mundo con su mezcla única de historias emotivas, personajes entrañables y producciones visualmente impactantes. Netflix ha sido clave en la popularización de estas series, ofreciendo desde conmovedores romances (como Propuesta laboral) hasta intensos thrillers que dejan sin aliento (como Dulce hogar). En este panorama, el género del suspenso y la acción ha encontrado un lugar especial, con historias que desafían la moralidad y llevan a los protagonistas al límite.

En Netflix: La serie coreana que explora los dilemas de la justicia
Uno de los títulos más recientes en esta línea es La paradoja del asesino, una historia que mezcla crimen, humor negro y dilemas morales de una manera sorprendente. Protagonizada por Choi Woo-shik (Parásitos), la serie sigue a un joven que, por una extraña casualidad, termina convirtiéndose en un vigilante sin intención de serlo. Lo que parece un error fatal pronto se transforma en una cadena de eventos cada vez más caóticos, donde el azar juega un papel clave y la línea entre el bien y el mal se difumina peligrosamente.

Lee Tang, el protagonista, regresa a su rutina después de haber cumplido con su servicio militar. Sin rumbo fijo y con un futuro incierto, se conforma con su vida como estudiante mediocre y empleado de medio tiempo en una tienda de conveniencia. Sin embargo, su vida da un giro radical cuando, en un confuso altercado, mata accidentalmente a un desconocido en un callejón. Presa del pánico, teme por las consecuencias de su acto hasta que descubre que su víctima era en realidad un asesino en serie.
Este giro inesperado lo sumerge en una espiral de asesinatos accidentales, donde, contra toda lógica, cada una de sus víctimas resulta ser criminales de los que el mundo estaría mejor sin ellos. Mientras trata de sobrellevar su culpa y la paranoia, el detective Jang Nan-gam (Son Suk-ku) comienza a investigar los casos, convencido de que no se trata de coincidencias. La historia se convierte en un juego del gato y el ratón, donde el protagonista trata de no ser capturado.

Uno de los puntos más impactantes de La paradoja del asesino es su dirección visual. Lee Chang-hee logra un equilibrio entre la crudeza del thriller y una estética que roza lo surrealista, usando juegos de luces y sombras para enfatizar la distorsión de la realidad. La serie emplea secuencias en cámara lenta, ángulos de cámara inusuales y un montaje frenético que resalta la tensión en cada escena. Todo esto contribuye a la sensación de que el protagonista no está en control de su destino, sino que es arrastrado por una corriente de eventos absurdos e impredecibles.
La serie no se limita a la acción y el suspenso, sino que juega con la comedia negra y plantea dilemas éticos sin dar respuestas definitivas. ¿Es justificable matar si la víctima es un criminal? ¿El destino está realmente controlando el camino de Lee o solo es una serie de casualidades? Estas preguntas quedan flotando en el aire, mientras la serie nos lleva a un desenlace que, lejos de ser predecible, mantiene el tono de locura y adrenalina que la define.