En el cine contemporáneo, pocos debates son tan relevantes como el del colonialismo cultural y su representación en obras internacionales. Jacques Audiard, conocido por su enfoque en historias marcadas por el desplazamiento y la alteridad, ha generado polémica con Emilia Pérez.
La película, que mezcla elementos musicales y narrativos en una trama centrada en un narcotraficante mexicano que cambia de género (Karla Sofía Gascón), ha sido señalada por su perspectiva externa sobre temas profundamente culturales y locales. Con trece nominaciones al Oscar, su representación ha sido percibida como un exotismo construido para audiencias internacionales, lo que recuerda otras incursiones previas del director en terrenos similares.
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‘Emilia Pérez’ y otros ejemplos del enfoque colonialista de Audiard en su cine
Lanzada en 2015, Dheepan aborda la vida de un excombatiente tamil que huye de la guerra civil en Sri Lanka para buscar refugio en la periferia de París. La obra recibió la Palma de Oro en Cannes, pero también enfrentó críticas por lo que muchos interpretaron como una simplificación de las complejidades culturales y políticas del conflicto tamil. Aunque la película se anuncia como un drama sobre la diáspora y el desplazamiento, su enfoque narrativo y visual refleja una mirada occidentalizada que, aunque intencionada, perpetúa un imaginario exótico y alienante sobre "el otro".
La narrativa de Dheepan se centra en tres momentos fundamentales: el desplazamiento, el asentamiento en Francia y la búsqueda de un nuevo comienzo. Desde las primeras escenas, el protagonista (Jesuthasan Antonythasan) abandona su identidad y su país, convirtiéndose en un refugiado más en un sistema que prioriza el anonimato sobre la historia personal. Este proceso, que podría haber ofrecido una mirada más profunda y auténtica sobre el trauma de la migración, es en cambio tratado como un telón de fondo para una narrativa de acción y redención.
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La representación de la banlieue parisina en Dheepan refuerza estereotipos negativos y muestra un espacio cargado de violencia y criminalidad. Audiard presenta este entorno como una extensión de la guerra, trazando un paralelismo entre los conflictos vividos en Sri Lanka y los enfrentamientos con pandillas en Francia. Sin embargo, esta simplificación elimina matices y reduce a los personajes a arquetipos de víctimas o victimarios, perpetuando una visión sesgada de las comunidades migrantes.
Un aspecto destacado de la película es su enfoque lingüístico, con diálogos mayoritariamente en tamil que subrayan la desconexión cultural entre los personajes y su entorno. Aunque esto podría haberse utilizado para explorar las dinámicas del exilio y la integración, el resultado final refuerza la idea de que la identidad migrante es intraducible e incomprensible en un contexto occidental, posicionando a los personajes como perpetuamente extranjeros.
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Las críticas hacia Dheepan destacan cómo el personaje principal, un antiguo guerrero convertido en vigilante, parece encajar más en los tropos del cine de acción occidental que en una narrativa profundamente humanista. La violencia, en lugar de ser cuestionada, es presentada como un medio para la redención, lo que diluye cualquier crítica significativa hacia las estructuras sociales que perpetúan el sufrimiento de los migrantes.
La comparación con Emilia Pérez es inevitable. Ambas películas buscan explorar temas de transformación e identidad, pero a través de una lente que prioriza la estética y la accesibilidad para audiencias globales. En este proceso, las historias se alejan de la autenticidad y caen en la trampa de exotizar culturas y experiencias que merecen un tratamiento más respetuoso y complejo.