Desde el sueño surrealista de Pedrito en Los olvidados de Luis Buñuel, pasando por las grutas que albergan las almas de los muertos en Macario de Roberto Gavaldón, hasta el llanto de Pedro Infante ante la muerte de Torito en Ustedes los ricos, el cine mexicano ha entregado momentos profundamente icónicos e impactantes. Uno de los más destacados en las últimas décadas lo brindó Alfonso Cuarón con Y tu mamá también, una película que rompió esquemas e impulsó la ola del Nuevo Cine Mexicano.
Esta obra, que recientemente llegó al catálogo de Netflix, nos presenta a Julio y Tenoch, dos adolescentes interpretados por Gael García Bernal y Diego Luna, quienes invitan a Luisa, una mujer mayor y casada encarnada por Maribel Verdú, a un viaje en carretera hacia una playa supuestamente paradisíaca. Lo que comienza como una aventura impulsiva se convierte rápidamente en un viaje de autodescubrimiento y confrontación con sus propios deseos y contradicciones.

Sexo, juventud y libertad: La película que redefinió tabúes en México
Es precisamente en una de las últimas escenas de la película donde se da el momento más comentado de la cinta: un trío sexual entre los protagonistas que desdibuja las líneas de la amistad, la sexualidad y los prejuicios. Este momento no solo es erótico, sino que también tiene un peso emocional que redefine las relaciones entre los personajes. La tensión que se ha construido a lo largo del viaje culmina en una escena que, aunque explícita, está lejos de ser gratuita.
Más allá de la sensualidad que impregna la película, Y tu mamá también es también un retrato de México en los albores del siglo XXI. La narración incluye momentos que exploran la desigualdad social, el clasismo y el impacto de las decisiones políticas en las vidas de las personas comunes. Estos elementos contrastan con la ligereza del viaje y enriquecen el trasfondo de la historia, haciendo que los espectadores reflexionen más allá de lo que ocurre en la superficie.

Uno de los elementos que enriquece la experiencia cinematográfica es la manera en que Luisa toma las riendas de su vida, convirtiéndose en una mujer libre y plena, aunque con el peso de un secreto que le da urgencia a su búsqueda de significado. Este personaje, más que un mero catalizador para los conflictos de los chicos, es un reflejo de las luchas internas de muchas personas que buscan un propósito en medio de la adversidad.
Otro de los aspectos destacados de la película es cómo aborda la sexualidad de forma natural y sin juicios. En una época donde los tabúes predominaban, el director de Niños del hombre y Gravity se atrevió a mostrar una relación entre dos hombres que va más allá de la amistad, planteando interrogantes sobre los límites de las etiquetas sexuales. La ambigüedad con la que se maneja este aspecto hace que la película resuene aún hoy, permitiendo que cada espectador saque sus propias conclusiones.