Hace más de dos décadas, Willem Dafoe asumió el desafío de interpretar a uno de los vampiros más icónicos de la historia del cine: el Conde Orlok, en la película Shadow of the Vampire. Este filme, dirigido por E. Elias Merhige en el año 2000, presentó una visión única y escalofriante sobre el rodaje de Nosferatu, el clásico del cine mudo dirigido por F.W. Murnau en 1922.
En Shadow of the Vampire, Dafoe encarnó a Max Schreck, el actor alemán que interpretó a Orlok en el filme original. Sin embargo, el giro inesperado del guión sugiere que Schreck no era simplemente un actor, sino un vampiro auténtico que Murnau reclutó para capturar un terror real en la pantalla. Esta premisa transformó la película en un fascinante híbrido entre biografía, fantasía y horror, con una reflexión sobre los límites éticos del arte.
‘Shadow of the Vampire’: un homenaje oscuro y audaz al clásico Nosferatu
La interpretación de Dafoe le valió una nominación al Oscar como Mejor Actor de Reparto. Su transformación física fue impresionante: prostéticos que le otorgaron orejas puntiagudas, ojos hundidos y uñas largas ayudaron a crear un semblante fiel al Orlok original. Según el también actor de Van Gogh en la puerta de la eternidad y El proyecto Florida, este tipo de maquillaje extremo no solo transforma el aspecto del actor, sino que también desbloquea nuevas dimensiones en su interpretación, permitiéndole explorar comportamientos únicos del personaje.
El filme plantea preguntas inquietantes sobre el costo de la creatividad. Murnau, interpretado por John Malkovich, es presentado como un director obsesionado con la perfección artística, dispuesto a sacrificar a su equipo para lograr una autenticidad inigualable en la pantalla. Este paralelismo entre la explotación del cine y el vampirismo añade una capa de complejidad temática al relato.
El impacto de Shadow of the Vampire no se limitó a su narrativa. La película destacó por su diseño de producción, que alternaba entre vívidos colores y los tonos en blanco y negro del cine mudo. Esta estética subrayaba la dualidad entre la realidad y la ficción, reflejando el espíritu del original Nosferatu y consolidando su lugar como un homenaje visual a los orígenes del cine de terror.
Ahora, en 2025, Dafoe regresa al universo de Nosferatu bajo la dirección de Robert Eggers, encarnando al profesor Albin Eberhart von Franz en esta reinterpretación moderna del clásico. Así que, para quienes deseen redescubrir el legado de Orlok y la maestría actoral de Dafoe, la nueva Nosferatu y Shadow of the Vampire conforman un espléndido dúo para disfrutar este fin de semana.