Nosferatu por fi llegó a cines y lo hizo dando cara de frente al inicio del 2025. Por lo tanto, aquí queremos contarte que en el génesis de esta icónica historia, hay un pasado siniestro, oscuro y hasta en cierta medida aterrador, que se remonta a un legado de fascinación donde el artista, arquitecto y ocultista alemán Albin Grau -conocido por contribuir a la creación de Nosferatu de 1922- hizo gala de su inclinación por el ocultismo al abordar una misteriosa historia que escuchó durante la Primera Guerra Mundial.
Según reveló Grau en un artículo publicado posteriormente por los medios de la época tras esta experiencia, un campesino serbio le narró su propio encuentro con vampiros, lo que lo inspiró para la creación del filme. En esta secuencia, Grau desempeñó un papel clave como diseñador de producción, imaginando la estética sombría y aterradora de la cinta.
Así, también fue una figura clave para la creación del aspecto visual de Nosferatu, y como productor, diseñador y miembro del equipo del estudio Prana Film, no solo supervisó aspectos logísticos, sino que también moldeó la visión artística y conceptual de la película.
Su interés en el ocultismo influyó profundamente en la estética y el simbolismo del vampiro, haciendo de su fascinación por los relatos sobrenaturales -como la historia sobre vampiros del campesino serbio- cimentaron su fuente de inspiración para el personaje, además de que se encargó de diseñar gran parte de los elementos visuales que fueron desde los decorados del set de grabación, hasta los bocetos originales del Conde Orlok, ayudando a definir el aspecto terrorífico que conocemos hoy.
Universal Pictures
Aunque el director F. W. Murnau fue el responsable de llevar la película a la pantalla para la década de 1920, Grau se desempeñó como el arquitecto detrás del tono oscuro y místico que hizo de este vampiro un hito del cine de terror.
Y pese a que la historia exacta que el campesino serbio le contó a Albin Grau nunca se detalló explícitamente en sus escritos ni en las entrevistas que dejó, este hombre sí mencionó que el campesino afirmaba haber tenido un encuentro real con vampiros, narrando cómo una criatura nocturna había aterrorizado a su aldea.
Lo que se sabe hasta la fecha, es que es probable que el cuento estuviera basado en las leyendas folclóricas típicas de los Balcanes, donde las creencias en vampiros eran parte de la tradición oral. Por otra parte, dichas leyendas a menudo giran en torno a seres que regresan de la tumba para beber sangre y aterrorizar a los vivos, con descripciones vívidas de cómo protegerse o destruirlos, incluyendo estacas, fuego o rituales específicos.
Universal Pictures
Ahora bien, en relación a Max Schreck, quien interpretó al aterrador Conde Orlok en el Nosferatu de 1922, tenemos que la actuación de Schreck, marcada por un realismo inquietante y una aparición física grotesca, alimentó rumores en el set y entre el público de la época de que el actor era en realidad un no-vivo.
Así, incluso se llegó a especular que Schreck, cuyo nombre significa “temor” en alemán, y su comportamiento reservado fuera de las cámaras tenía un propósito místico y atroz, el cual se intensificó cuando se supo que Schreck mantenía su maquillaje incluso fuera de las tomas, y concedió algunas entrevistas completamente caracterizado como Orlok.
La prensa también contribuyó al misterio que rodeó a la figura de Schreck, y entre estos el autor Rolf Giesen documentó que, durante una visita al set de grabación, los periodistas notaron un ambiente plagado de ratas y entrevistaron a Schreck que bromeó al decir que se alegraba de que el papel estuviera “jugado” (es decir, casi finalizado). Este tipo de comentarios crípticos solo avivaron las especulaciones en torno a su identidad y el temor hacia su persona.
Universal Pictures
Pese a que la película enfrentó numerosos obstáculos desde su estreno -incluyendo una demanda por plagio de la familia de Bram Stoker que retrasó su llegada a Estados Unidos- el papel de Schreck fue continuamente alabado y pese a que en Hollywood inicialmente no se recibió bien el proyecto del director F. W. Murnau, con el tiempo Nosferatu se consolidó como un clásico del cine de terror.
Años después del estreno, críticos como Ado Kyrou perpetuaron teorías conspirativas en torno a Schreck, sugiriendo que podría tratarse de una criatura sobrenatural o que el rol había sido interpretado por otra persona, como el propio Murnau. Estas ideas inspiraron proyectos como la película Shadow of the Vampire del 2000 donde Willem Dafoe dio vida a un Schreck ficticio y vampírico que devoraba al equipo de producción, y aún después de que se confirmó que Max Schreck era un actor berlinés nacido en 1879, conocido por su dedicación al teatro y su pasión por la naturaleza, su imagen quedó ligada a la del vampiro para la posteridad.
Antes de Nosferatu, Schreck llevó una carrera discreta y tras su participación en la cinta continuó actuando en roles menores hasta su muerte en 1936. Aunque su tumba en el cementerio Wilmersdorfer Waldfriedhof cayó en el olvido por décadas, fue redescubierta en 2011 y hoy es un lugar que suelen frecuentar los amantes de lo oculto y el cine del terror cinematográfico.
