A veces, los espectadores no tienen tanto tiempo para invertir horas en una película, al menos, no sin antes saber si vale o no la pena. Lo que el viento se llevó, Érase una vez en América, Lawrence de Arabia y Ben Hur son cintas que tienen una duración mayor a las tres horas, y a pesar de ser más extensas que la mayoría de lo que sale en cines, lo cierto es que a los aficionados al séptimo arte les encanta ver una y otra vez, sin importar el tiempo de ejecución.
Una de las películas consideradas dentro de lo mejor del cine, también se encuentra entre las de mayor duración. Si bien para algunos es una obra que no es comparable con ninguna otra, rodeada de un aura singular, para otros, es simplemente una pérdida de tiempo que bien podría ser usado para ver otras cintas tan prolongadas como Avatar y Avatar: El camino del agua, ambas de James Cameron, cuyas versiones extendidas son mayor a las tres horas.
Cuando esta película de origen belga fue estrenada en 1976, tuvo muy poca atención por parte del público, con apenas 31 mil espectadores. Para hacerlo aún más complicado, en los años siguientes la cinta fue difícil de conseguir debido a un problema con los derechos de autor, algo que contribuyó a darle una reputación de culto. A la fecha, esta cinta es elogiada y celebrada en todas partes del mundo, en especial, por retratar una perspectiva femenina relevante en la historia del cine.
Nos referimos a Jeanne Dielman 23, Quai Du Commerce, 1080 Bruxelles, la joya dirigida por Chantal Akerman, quien falleció en 2015. En la cinta, se describe la vida de Jeanne Dielman, una madre cotidiana que ocasionalmente se dedica a la prostitución. Viuda desde hace seis años, Jeanne vive en un departamento de una habitación en el centro de Bruselas, con su hijo adolescente. Ella, en realidad, nunca amó realmente a su esposo y no tiene intención de volver a casarse, ya que le resulta más difícil acostumbrarse a alguien que perder el amor emocional y pasa la mayor parte del tiempo atendiendo sus tareas domésticas.
La cinta muestra la dinámica con su hijo, con quien es más una cuidadora que una madre amorosa, incluyendo en su rutina diaria, dando atención al hijo pequeño de su vecino mientras la madre hace sus recados del día. Unos pequeños cambios en su rutina durante un período de treinta y seis horas culminan con algo que nunca había experimentado con uno de sus clientes, un problema grave que amenaza la estabilidad de su vida.
La película se toma el tiempo para mostrar todos estos hechos y gestos cotidianos siguien un orden que no cambia: mientras el muchacho está en la escuela, ella se ocupa de las tareas domésticas y ejerce la prostitución por la tarde. Si bien para algunos es una joya, para los detractores de Akerman la cinta es sólo una visión banal de la vida, encontrando la película interminable e incluso aburrida. Lo mejor es que tú mismo la veas y decidas.