La historia detrás de El quinto elemento, dirigida por Luc Besson, es tan fascinante como la película misma. Este ambicioso proyecto nació en la mente del cineasta cuando apenas tenía 16 años, inspirado por su imaginación desbordante y sus sueños sobre un futuro lejano lleno de maravillas visuales. Sin embargo, tuvieron que pasar casi dos décadas para que esta visión juvenil cobrara vida en la gran pantalla.
De la mente a la pantalla: el viaje de 20 años de ‘El quinto elemento’
Luc Besson, conocido por películas como El gran azul (1988), Nikita (1990) y El perfecto asesino (1994), logró consolidarse como uno de los grandes nombres del cine internacional antes de atreverse a llevar adelante esta idea gestada en su adolescencia. “Comencé a escribir a los 16 años y a filmar a los 30, así que tuve tiempo para pensar en ello”, comentó el director en 2017. Su preparación y experiencia fueron claves para dar forma a este universo único.
Con un presupuesto de 90 millones de dólares, El quinto elemento se convirtió en una de las producciones francesas más costosas de su época. Filmada principalmente en los estudios Pinewood en Inglaterra, contó con un equipo técnico internacional que llevó a cabo el visionario diseño visual de Besson. Su estreno en el Festival de Cannes en 1997 marcó el inicio de su éxito, recaudando más de 263 millones de dólares en todo el mundo y obteniendo premios como el César a los Mejores Decorados.
El elenco de la película reunió a figuras de renombre, como Bruce Willis en el papel del sarcástico Korben Dallas, Milla Jovovich como la enigmática Leeloo, y Gary Oldman como el despiadado Zorg. Chris Tucker, por su parte, añadió un toque de extravagancia con su inolvidable interpretación de Ruby Rhod. Este reparto, combinado con una dirección artística impecable, contribuyó a la atemporalidad del filme.
La trama, ambientada en un siglo XXIII futurista, narra la lucha para detener una colosal amenaza que se dirige hacia la Tierra. Leeloo, una mujer recreada a partir de restos alienígenas, se une a Korben Dallas y al monje Cornelius (Ian Holm) en una misión para recuperar las piedras elementales necesarias para salvar al mundo. Con una mezcla de acción, comedia y una estética que recuerda a los cómics, la película se destacó como una obra innovadora.
Si bien su estreno generó opiniones divididas, la crítica reconoció el carácter visionario de El quinto elemento. Medios como Chicago Tribune elogiaron su "atractivo visual suficiente para dos buenos filmes", mientras que otros destacaron su extravagancia y osadía. Incluso quienes señalaron sus excesos coincidieron en que su origen adolescente era un reflejo de su naturaleza imaginativa y desenfadada.
Hoy en día, El quinto elemento es considerado un clásico de la ciencia ficción gracias a su estética incomparable, su narrativa única y su capacidad de transportar al público a un universo completamente distinto. Esta película no solo es una muestra del talento de Luc Besson, sino también del poder de los sueños juveniles convertidos en arte cinematográfico.