Silvia Pinal, una de las máximas figuras del cine mexicano recordó en una entrevista para la Revista de la Semana, publicada el 29 de diciembre de 1974, cómo surgió su pasión por el arte y los retos que enfrentó para consolidarse como una estrella. Dijo que desde niña soñaba con ser artista y que en la ciudad de Cuernavaca, donde estudió bel canto con la esperanza de convertirse en cantante de ópera, su padre le pidió que siguiera una carrera artística siempre y cuando tuviera una profesión formal.
“Mi padre me dijo que primero debía estudiar una carrera. Fue por eso que estudié Comercio, y en un año me titulé como taquimecanógrafa. Cuando le entregué mi diploma, me dijo: "Ahora sí, si quieres, puedes dar rienda suelta a tus inquietudes"”, recordó la actriz en aquel entonces.
Y aunque intentó abrirse camino como cantante de ópera, una desafortunada experiencia durante una representación de Las hijas de Cádiz le demostró que ese no era su lugar. Dicha revelación la obtuvo cuando en su interpretación se le salió un gallo, que le hizo replantear su vocación. “Me di cuenta, y alguien más me lo dijo, que mi porvenir no estaba en el canto. Descubrí que tenía más facilidad y facultades para la actuación que para el canto”, confesó.
Y así, mientras trabajaba como secretaria, comenzó a actuar en sus ratos libres y participó en la radio ganando 15 pesos por programa en la serie 2 pesos dejada. Este trabajo le permitió dar sus primeros pasos en el medio artístico, aunque los ingresos no eran suficientes, y combinaba sus actividades para mantenerse activa en el espectáculo.
Después, el verdadero punto de inflexión llegó gracias a Mario Moreno "Cantinflas", quien la invitó a participar en la película El portero. Este papel marcó su debut en el cine y el inicio de una prolífica carrera, ya que poco después, actuó junto a Germán Valdés "Tin Tan" en otras producciones, consolidándose como una joven promesa del cine mexicano.