A principios de la década de 1980, Silvia Pinal y su hija mayor, Sylvia Pasquel, vivieron uno de los momentos más tensos en su relación familiar. La causa fue Fernando Frade, quien fue un empresario con quien ambas sostuvieron relaciones amorosas en diferentes momentos de sus vidas. Esta situación fracturó profundamente la relación entre madre e hija, especialmente después de que Pasquel decidiera casarse con él, pese a la desaprobación de su madre.
Aunque se creía que Silvia Pinal fue la primera en salir con Frade, Pasquel ha aclarado que ella mantuvo una relación con el empresario mucho antes de que este se involucrara con su madre. Luego, Pasquel terminó con Frade al conocer a Rafael Puente, pero años después, tras la trágica muerte de su hermana Viridiana en 1982, retomó su relación con Frade, impulsada por el dolor y la confusión emocional.
En 1983, ambos decidieron casarse y tuvieron una hija, Viridiana Margarita Frade Banquells. Sin embargo, el matrimonio y su hija se vieron marcados por la tragedia: la niña falleció a los dos años en un accidente doméstico, lo que sumió a Pasquel en una profunda depresión.
La relación entre madre e hija quedó profundamente dañada cuando Sylvia Pasquel decidió casarse con Frade, a pesar de los intentos de Silvia Pinal y su esposo en ese momento, Tulio Hernández, por disuadirla. La distancia emocional entre ambas fue dolorosa, especialmente para Pasquel, quien siempre había mantenido un vínculo muy cercano con su madre. La actriz confesó que la vulnerabilidad emocional, el duelo por su hermana y la situación de Frade fueron los detonantes de su decisión.
Tras el fallecimiento de su hija, Pasquel se sumió en una crisis personal, marcada por el abandono de la actuación y el consumo de alcohol, siendo gracias al apoyo del productor Morris Gilbert y su papel en la obra Mi vida es mi vida que logró salir adelante.
Luego, la reconciliación con Silvia Pinal llegó en una fiesta de Año Nuevo, donde Pasquel pidió perdón. Años después, la actriz reflexionó sobre aquella etapa, asegurando que no habría retomado su relación con Frade de no haber estado tan emocionalmente desubicada. Sin embargo este episodio marcó un antes y un después en la vida de ambas, pero demostrando también que el vínculo entre madre e hija puede superar incluso los momentos más oscuros.