La historia épica en el cine ha contado con obras que redefinen el género. Gladiador, de Ridley Scott, marcó un antes y un después con su narrativa sobre la Roma antigua, y su secuela, Gladiador 2 (que continúa en las salas de Cinépolis y Cinemex), intenta revivir ese espíritu. Sin embargo, mucho antes de estas epopeyas modernas, otros directores ya habían explorado la grandeza y la tragedia del pasado en películas igualmente impactantes.
Una de ellas es Ran, dirigida por Akira Kurosawa en 1985, que sigue siendo una joya del cine histórico y una obra maestra que desafía las convenciones del género. Disponible en MUBI, esta película es la visión del legendario director sobre una tragedia shakespeariana ambientada en el Japón feudal. Inspirada en King Lear, la película no es una adaptación literal, sino una reinterpretación en la que el rey y sus hijas son reemplazados por el señor Hidetora Ichimonji y sus tres hijos. Este cambio permite a Kurosawa explorar temas universales como la ambición, la traición y la decadencia, pero desde una perspectiva cultural única.
‘Ran’: La obra maestra de Akira Kurosawa que redefinió el cine épico
La producción de Ran fue un proyecto titánico, propio de un cineasta en la cima de su madurez artística. Kurosawa, que tenía más de 70 años al dirigirla, pasó más de una década planificando esta película. El rodaje involucró a 1500 extras, 1400 armaduras, 200 caballos y un esfuerzo titánico en diseño de vestuario, que tomó dos años en completarse. Cada escena, desde los campos de batalla hasta los momentos más íntimos, refleja una meticulosa atención al detalle.
Uno de los aspectos más destacados de Ran es su uso del color y la composición visual. Kurosawa, cuya vista estaba deteriorándose, pintó cada escena de la película para que el equipo técnico pudiera replicar su visión en pantalla. El resultado es un filme donde cada encuadre parece una pintura en movimiento, cargada de simbolismo y emoción. La estética de la película no solo es deslumbrante, sino que sirve para intensificar su atmósfera melancólica y sus temas trágicos.
Ran se diferencia de otras películas de samuráis dirigidas por Kurosawa, como Los siete samuráis o Trono de sangre, al abordar el conflicto bélico con un tono profundamente nihilista. Aquí no hay héroes gloriosos ni combates honorables. Las batallas son brutales, con soldados caídos bajo lluvias de balas o aplastados por caballos. Esta representación cruda del enfrentamiento refleja la visión pesimista de Kurosawa sobre la guerra y la naturaleza humana.
Los personajes, liderados por un impresionante Tatsuya Nakadai como Hidetora, son piezas fundamentales en esta tragedia. Hidetora no es un rey noble como Lear, sino un líder brutal cuyo pasado sangriento le persigue hasta su trágico final. A su lado, Lady Kaede, interpretada por Mieko Harada, se erige como una figura tan manipuladora y ambiciosa como Lady Macbeth, añadiendo capas de intriga y desesperación a la historia.
Ran no solo es una de las mejores películas históricas jamás realizadas, sino también un testamento del genio de Akira Kurosawa. Su narrativa ambiciosa, su escala monumental y su visión artística convierten a esta obra en una experiencia cinematográfica inolvidable. En un mundo donde los épicos históricos parecen cada vez más raros, Ran sigue siendo un recordatorio del poder del cine para explorar la grandeza y la tragedia de la humanidad.