Tras los éxitos de Frozen y Valiente, Disney cambió por completo la directriz de sus princesas y se volcó a entregarnos a persones femeninos que rompieron los clichés de género, y se lanzaron a la aventura como más tarde lo hizo Moana.
Y por si fuera poco, en una de las mejores formas de reflejar la fortaleza que esta princesa tendría a lo largo de sus aventuras, nos encontramos con que dentro de la cultura hawaiana, este nombre significa "océano" y eso hace sentido al concepto lleno de profundidad y simbolismo que remarca el corazón de la trama de esta película, y cuya secuela ya se encuentra a la vuelta de la esquina.
Además, también tenemos que al encapsular la esencia de su protagonista y la relación espiritual entre los humanos y la naturaleza con su vínculo especial con el agua, desde el inicio de Moana vemos que el océano elige a la joven heredera como su protegida especial, y además le otorga la misión de restaurar el equilibrio entre los humanos y la naturaleza. Pero como este vínculo no solo es un elemento narrativo sino también representativo, es a través de esta unión que la valiente navegante descubre la fuerza necesaria para vencer a sus miedos y seguir a su corazón, saliendo de su isla para encontrarse con lo desconocido.
Así, Moana no solo navega por las aguas sino que las comprende, las escucha y las entiende, convirtiéndose en un puente entre su gente y el mar. Al llamarla Moana, los creadores de la película capturaron la idea de que el océano no es simplemente un lugar peligroso, sino un aliado poderoso, lleno de vida, enseñanzas y posibilidades que siempre esperará por nosotros para enseñarnos a navegar.
Y dado que la historia de Moana refleja un mensaje profundo de que el océano siempre estuvo del lado de los habitantes de su isla, incluso cuando lo percibían como una amenaza, es a través de su vínculo con Moana que el océano revela su verdadera naturaleza como un mentor y guía, ayudando a los humanos -tanto dentro como fuera de la ficción- a redescubrir su espíritu de exploración, navegación y conexión con el mundo exterior.
Esto hace de Moana algo más que una heroína y la convierte en un símbolo del instinto humano de descubrir lo desconocido durante un viaje que no solo le permite salvar a su pueblo, sino que también reaviva la tradición ancestral de los navegantes que se guiaban por el viento, las olas y las estrellas, recordándonos que el océano no separa las fronteras con la tierra, sino que conecta un puente entre culturas, tierras y personas mediante una metáfora que nos liga unos a otros.
Por lo tanto, con la llegada de Moana 2 tenemos la oportunidad perfecta de recordar que el océano no solo es un lugar, es un maestro, un amigo y un espejo de lo que somos capaces de lograr cuando escuchamos su llamado para poder surcar sus olas en absoluta libertad. ¡No te pierdas estas películas y encuéntralas tanto en cines a partir del 28 de noviembre de este año y Disney +! Nos vemos en el agua.