Jared Leto, conocido por sus elecciones audaces e intentos de transformaciones extremas en la actuación, se ha enfrentado a numerosos altibajos en su carrera. Aunque ha sido galardonado con un premio Oscar, también ha protagonizado algunos de los mayores fracasos del cine reciente, como Morbius de Marvel y su controvertido Joker en Suicide Squad.
Sin embargo, ninguna de estas interpretaciones logró generar tanto escarnio como su papel de Paolo Gucci en House of Gucci de Ridley Scott.
Universal Pictures
En su trama, la película cuenta la fascinante y oscura historia de la dinastía Gucci, centrándose en las luchas internas de la familia y el asesinato de Maurizio Gucci. Jared Leto interpretó a Paolo Gucci, el excéntrico y menospreciado miembro de la familia, luciendo irreconocible bajo una capa de maquillaje prostético, peluca y vestuario que buscaban capturar la esencia de su personaje.
Aunque Leto aseguró haberse sumergido profundamente en el papel, su interpretación fue ampliamente criticada. Los espectadores y críticos calificaron su actuación de "excesiva" y "desbalanceada", señalando que su énfasis en el humor y su inusual acento italiano, que muchos compararon con el del icónico Mario Bros, le restaron seriedad al drama familiar que la película intentaba transmitir.
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A pesar de estar acompañado de un elenco de peso, incluyendo a Lady Gaga, Adam Driver y Al Pacino, Leto destacó, pero no precisamente de forma positiva. Algunos señalaron que su actuación rompía el tono de la película, que intentaba equilibrar lo serio con lo satírico.
En respuesta a las críticas, Leto defendió su enfoque diciendo: "Ese Paolo es lo mejor que puedo hacer. Si no te gusta mi trabajo, está bien. Pero fue genial interpretarlo, y cavé lo más profundo que pude... Su deseo de ser tomado en serio como artista me inspiró".
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Si bien House of Gucci recibió críticas mixtas en general, la actuación de Leto se convirtió en uno de los aspectos más polarizantes. Hoy en día, es recordada tanto por su extravagancia como por el impacto en su carrera, consolidándolo como uno de los actores más divisivos del cine contemporáneo.
