Cuando hablamos de leyendas de Hollywood no podemos evitar mencionar a Clint Eastwood, una de las principales figuras del cine western. Además de John Wayne, el protagonista de la Trilogía del Dólar se convirtió en uno de los rostros más representativos del género en los Estados Unidos y luego del boom del mismo, comenzó a fabricar sus propias producciones, sólo que ahora liderando el proyecto desde la silla del director.
Una de sus películas más reconocidas es Golpes del destino, pero entre su filmografía como cineasta también sobresalen títulos como Cartas desde Iwo Jima y La conquista del honor. Ambas producciones bélicas fueron adaptaciones de novelas de no-ficción en las que se relataron dos importantes acontecimientos de los soldados estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial.
A pesar del reconocimiento que Eastwood recibió por ambas, hubo un director que señaló la falta de diversidad en sus largometrajes, pues no honró la labor de los soldados afroamericanos que combatieron en el nombre de su patria. Se trata del responsable detrás de aclamadas cintas como Haz lo correcto y El infiltrado del KKKlan, cuyas palabras dirigidas a la obra de Clint Eastwood desataron una pelea que rápidamente escaló.
El criticismo de Spike Lee no fue tomado a la ligera por el protagonista de El bueno, el malo y el feo, y no tardó en contestar que “Ese tipo debería callarse”, para luego asegurar que pasó mucho tiempo investigando los suceso bélicos para ser lo más fiel posible durante su representación en la pantalla grande. Al ver que la discusión no hacía más que incrementar, fue Steven Spielberg quien decidió involucrarse en el problema para calmar las aguas, tal como se reveló en el libro American Rebel: The Life of Clint Eastwood.
Aunque no se sabe qué fue lo que el director de Salvando al Soldado Ryan le dijo tanto a Eastwood como a Lee, ambos cesaron la pelea y el conflicto no pasó a mayores. Eso sí, Lee no se quedó con los brazos cruzados y en 2008 lanzó su propia película bélica titulada Miracle at St. Anna, donde retrata las experiencias de los soldados de Buffalo durante la guerra civil italiana en plena Segunda Guerra Mundial.