La más reciente entrega de Venom, titulada El último baile, marcará el final de la trilogía de Tom Hardy en el papel de Eddie Brock, el conflictivo antihéroe de Marvel. Esta película, que ya se encuentra en las salas de Cinépolis y Cinemex, no sólo será la despedida del icónico personaje de Hardy, sino también el cierre de una historia que ha explorado la relación entre Eddie y el simbionte alienígena. Sin embargo, antes de que este capítulo cinematográfico ponga fin a la saga, el cómic Venom: The End presentó un desenlace trágico para Eddie Brock y su simbionte, revelando una faceta desgarradora y profunda del personaje.
La tragedia de Eddie Brock y Venom: El cómic que exploró su final antes de ‘Venom 3’
La muerte de Eddie Brock en Venom: The End es una de las más impactantes en la historia de Marvel. En comparación con otros fallecimientos de alto perfil en el mundo de los cómics, como el de Superman en los años 90, la partida de Eddie es más sutil y humana. En lugar de caer en un combate heroico, Eddie enfrenta un lento y doloroso deterioro físico, causado simplemente por el paso del tiempo. A diferencia de otros personajes que resucitan tras su muerte, aquí la tragedia es definitiva y carente de gloria, lo que añade un peso emocional único a su desenlace.
El cómic explora el fin no solo de Eddie, sino también de la humanidad y del universo tal como lo conocemos. En la historia, el simbionte Venom, un ser inmortal y fragmento de una mente colmena destruida, ha vivido una larga y compleja relación con Eddie. A medida que el cuerpo humano de Eddie envejece, Venom intenta desesperadamente conservarlo, recurriendo a medidas extremas para prolongar su vida. A lo largo de las décadas, Venom sustituye cada órgano y célula deteriorada de Eddie con versiones simbióticas, fusionando ambos seres de una manera irreversible.
Con el tiempo, incluso el cerebro de Eddie comienza a fallar. El simbionte, en un esfuerzo por conservar a su anfitrión, reemplaza sus neuronas y recuerdos, distorsionando la realidad en la mente de Eddie, al punto de que sus memorias más queridas se transforman en representaciones simbióticas. Este proceso, aunque impulsado por el amor y apego de Venom hacia Eddie, destruye lentamente la esencia humana de Brock, llevándolo a una existencia sin identidad propia.
El desenlace de Eddie Brock en este cómic es especialmente trágico porque no implica un acto heroico o una última hazaña. No muere salvando a alguien, ni en una épica batalla. La muerte de Eddie es simplemente el resultado de una relación tóxica llevada a sus últimas consecuencias. Venom, a pesar de su naturaleza destructiva, intenta sostener a Eddie y fracasa, enfrentándose a una pérdida inevitable. Este momento de despedida es una de las representaciones más humanas y desgarradoras en el universo Marvel, poniendo en primer plano una emoción que rara vez se aborda en el género de los superhéroes.
A medida que el universo se sumerge en el caos, invadido por superinteligencias conocidas como los Godminds, Venom se convierte en su último defensor. En un intento de preservar la vida, el simbionte utiliza la información de todos los seres vivos con los que ha estado en contacto, incluyendo los poderes de mutantes y superhéroes, para crear una nueva existencia. Su sacrificio final lo lleva a fragmentarse en mil pedazos, usando cada recurso a su disposición para recrear un universo en el que aquellos que alguna vez amó vuelven a vivir en sus líneas temporales originales.
A través de su sacrificio, Venom alcanza una redención sin precedentes. Conocido por su papel como un antihéroe letal y parasitario, el simbionte finalmente aprende a renunciar, poniendo los intereses de Eddie por encima de los propios. Este sacrificio marca un cambio radical en su carácter, transformándolo de una entidad egoísta y destructiva a un ser capaz de actos de verdadero amor y abnegación, algo que pocos esperarían de una criatura tan temida y repudiada.