La edición 22 del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) 2024 ya está aquí y como parte de las proyecciones de cintas como La cocina, Sujo y Violentas mariposas, uno de los estrenos que integran la programación de este popular evento cinematográfico es el de Hilando sones, título que pertenece a la selección de documental mexicano.
El largometraje es la ópera prima de Ismael Vásquez Bernabé, que viajó a San Pedro Amuzgos, el pueblo de los hiladores donde creció, para contar tres historias distintas: la de Zoila, una mujer que teje mientras intenta responder las preguntas existenciales de su hijo; la de Don Donato, el popular violinista de la comunidad; y la de Lorenzo, el heredero de dicho músico. A lo largo del documental conocemos la vida de estas personas, así como la cultura que los envuelve en dicho lugar.
Durante una entrevista en exclusiva con Sensacine Latam, el cineasta compartió que para él era esencial relatar esta historia para desestigmatizar la concepción que se tiene de los pueblos indígenas. “Más que nos vean siempre bailando la Guelaguetza en Oaxaca, que nos escuchen contar nuestra propia historia. Fue importante aprender a contar nuestra historia con toda la dignidad y el respeto que se merece”, señaló.
La película, de inicio a fin, está hablada en amuzgo, idioma propio del pueblo que Ismael retrató a través de su lente. “Una de las herencias más importantes para mí es la lengua. Yo formo parte de una generación que, desafortunadamente, acudió a una escuela que era específicamente en español y otra para indígenas”, de acuerdo con él, esto propiciaba la discriminación para quienes parlaban dicho idioma.
Lo que quiero decir como cineasta es que nuestras lenguas son muy importantes para nuestras culturas, porque es una manera en la que podemos compartir nuestra cosmovisión y nombrar nuestro mundo.
El cineasta originario de San Pedro Amuzgos reveló que la experiencia de traducir del amuzgo al español fue maravillosa, pues “muchas veces no había una palabra cercana para lo que quería decir. Nuestras lenguas indígenas son muy importantes para compartir distintas formas de vivir la vida”. Además, la cultura que rodea al pueblo no solo sobresale a través del idioma, sino de los sonidos, especialmente el de la música.
“Amo la música, principalmente la de este personaje [Donato]. Te conecta a una burbuja dentro de la comunidad. Es como si ella te permitiera vincular tus lazos en un espacio colectivo”. Ismael incluso señaló cómo los sones de Don Donato permitieron unir en la misma sintonía a las personas dentro del pueblo: “Hay mucha gente haciendo cosas dentro de la comunidad y la música los conecta para permitirles estar en un núcleo donde todos forman parte de una sola cosa”. Si hay algo relevante que Hilando sones deja a él y a los espectadores es que, al igual que otros amuzgos, “la música permite fortalecer espacios, trabajos y conocimientos colectivos”.