Los zombis se han convertido en una figura icónica del cine de terror, desde que George A. Romero revolucionó el género con La noche de los muertos vivientes (una película considerada por Stephen King como la más espeluznante en la historia del cine). A partir de esta obra, los muertos vivientes se establecieron como criaturas hambrientas de carne humana, apareciendo en clásicos como Dawn of the Dead y en producciones más recientes como Exterminio y Guerra Mundial Z.
El debut cinematográfico de los zombis: cuando la guerra inspiró a los muertos vivientes
Los zombis hicieron su primera aparición en la pantalla grande hace 105 años, pero no en una película de terror. Aunque hoy en día estas criaturas son sinónimo del horror, persiguiendo cerebros y sembrando caos, su debut cinematográfico fue muy diferente. En 1919, el director francés Abel Gance presentó a los espectadores una imagen perturbadora: una horda de soldados muertos regresando de la tumba, pero su propósito no era aterrorizar, sino denunciar la guerra.
La película en cuestión es J'Accuse, un drama romántico y antibélico que Gance utilizó como vehículo para expresar su profundo rechazo a los horrores de la Primera Guerra Mundial. En la película, el protagonista, Jean Diaz, traumatizado por sus experiencias en el campo de batalla, invoca a los soldados caídos, quienes regresan a su pueblo como una aterradora procesión de muertos vivientes. A diferencia de los zombis tradicionales que buscan devorar carne humana, estos soldados no eran monstruos sanguinarios, sino víctimas de la brutalidad de la guerra.
El enfoque central de J'Accuse no era el horror, sino un triángulo amoroso entre Jean, su mejor amigo François y la esposa de éste, Édith. La trama se desarrolla en el contexto de la guerra, pero la relación entre los tres personajes es lo que ocupa la mayor parte del tiempo en pantalla. Tanto en la versión de 1919 como en la de 1938, el conflicto personal se mezcla con el trauma bélico, lo que lleva a Jean a su crisis final y a la resurrección de los soldados caídos.
Aunque en su versión original la guerra en la película es vaga y general, el remake de 1938 hace una clara referencia a la Primera Guerra Mundial. Gance actualizó su obra para reflejar el zeitgeist de la época, justo en el período entre guerras, e incorporó eventos históricos como el Armisticio. En ambas versiones, la resurrección de los soldados es un potente mensaje visual que denuncia la barbarie de la guerra.
El impacto emocional de estas escenas es innegable, especialmente en la versión de 1938, donde Gance empleó a veteranos de guerra reales, conocidos como "les gueules cassées" o "caras rotas". Estos soldados, con sus cicatrices físicas y emocionales, añadieron una capa de horror corporal que no estaba presente en la versión de 1919. Sus apariciones en pantalla representaban no sólo la devastación física de la guerra, sino también las heridas psicológicas que dejó en toda una generación.