Beetlejuice, el extravagante personaje interpretado por Michael Keaton en la película de 1988 de Tim Burton, es un bioexorcista experto en expulsar a los vivos de los hogares encantados. Su nombre proviene de una estrella real, Betelgeuse, y aunque su pronunciación se modificó para darle un toque más inquietante, refleja perfectamente su personalidad: un ser sobrenatural que, aunque caótico y grotesco, es también hilarante.
La interpretación de Keaton lo consolidó como un personaje único, con su retorcido sentido del humor y su habilidad para romper la cuarta pared. En el inframundo, Beetlejuice es un inadaptado que busca constantemente el caos, y su fascinación por los Maitland, una pareja de fantasmas atrapada en su propia casa, y por Lydia, la joven interpretada por Winona Ryder, lo lleva a tramar planes absurdos e ingeniosos. Su relación con Lydia es especialmente interesante, pues ve en ella una posibilidad de volver al mundo de los vivos.
La reciente secuela, Beetlejuice 2, trae de vuelta a Michael Keaton y expande aún más el legado del personaje. Beetlejuice sigue siendo un bioexorcista que se niega a desaparecer del radar cultural, mostrando su carácter excéntrico, su humor sarcástico y su desdén por cualquier forma de orden. El retorno del personaje ha revitalizado el interés por sus aventuras en el inframundo y su constante deseo de sembrar el caos entre los vivos.
El legado de ‘Beetlejuice’ transformado en una obra gigante de calabazas
Durante poco más de tres décadas, Beetlejuice ha dejado un impacto considerable en la cultura popular. Además de su aparición en la gran pantalla, el personaje ha inspirado una serie animada en la década de 1990, una puesta en escena en Broadway que ha tenido gran éxito en los últimos años y varios videojuegos donde su peculiar personalidad y estilo visual siguen resonando. Su capacidad para cruzar entre lo cómico y lo macabro ha asegurado que Beetlejuice permanezca relevante.
Esta influencia cultural se ha extendido también a otras formas de expresión artística, como demuestra una impresionante obra creada en Sunnyfields Farm en Totton, Hants. Esta gigantesca obra de calabazas fue diseñado por Alex Baker, quien dedicó cerca de 100 horas, junto con su equipo, para crear una representación de Beetlejuice hecha completamente de calabazas y calabacines. Esta monumental pieza captura la esencia del personaje, no solo por su aspecto visual, sino también por el espíritu festivo y grotesco que evoca.
La obra, que recuerda al antiguo arte del mosaico, cubre una colina entera y celebra el legado del personaje en un formato totalmente innovador. La pieza, apodada "Pumpkin Juice" en honor al personaje, utiliza miles de calabazas y calabacines para formar una imagen detallada del icónico Beetlejuice. Baker y su equipo invirtieron 48 horas en los preparativos y 50 horas adicionales en colocar cada calabaza en su lugar, logrando una impresionante exhibición que ahora está lista para ser disfrutada por el público.
El evento es parte de la tradicional temporada de calabazas en Sunnyfields Farm, donde los visitantes no solo podrán admirar esta monumental obra de arte, sino también participar en la recolección de sus propias calabazas. La obra ha atraído una gran atención por su creatividad, y captura el espíritu caótico y divertido que representa Beetlejuice, uniendo el arte agrícola con el cine de Burton.