En la historia del cine mexicano hay personalidades como María Félix, Dolores del Río y Pedro Infante que lograron rebasar las fronteras del espacio y el tiempo, y esto incluye al inolvidable Mario Moreno 'Cantinflas'. El comediante es tan querido en el resto del mundo que incluso estrellas como Mark Hamill, quien diera vida a Luke Skywalker en la franquicia de Star Wars, revelara que jugaba con figuras de Cantinflas cuando era un niño.
En cada película y producción que participó, Cantinflas mostró todo su ingenio para hacer reír a la gente. En sus más de 40 películas, el actor interpretó a toda clase de personajes pintorescos a quienes les dio su toque único de humor, tono y frases que permanecen en el vocabulario de los mexicanos. Desde boleros, peluqueros, profesores, carteros, policías y hasta religiosos, Cantinflas vivió muchas vidas a través de los papeles que interpretó.
Una de las películas de Cantinflas más queridas por el público llegó en 1965. Titulada El Señor Doctor, Mario Moreno encarnó Salvador Medina, un médico rural que, para aprender sobre lo más nuevo en tecnología de la medicina y atender mejor a sus pacientes, se muda a la Ciudad de México. Sin embargo, debido a su personalidad, Salvador se mete en toda clase de situaciones cómicas que resuelve con mucho carisma.
Dentro de las muchas circunstancias que atraviesa el Doctor Chava, hay una en la que Cantinflas menciona una de las frases más famosas del cine mexicano. Es cuando el médico tiene un paciente de ocho años llamado Beto quien tiene un tumor cerebral que le está afectando la vista. Desafortunadamente, el padre de Beto no quiere que operen a su hijo debido a que "no quiere que se realicen experimentos con él".
No obstante, cuando la salud de Beto empeora, el doctor decide hacer la cirugía en contra de los deseos del padre, incluso cuando esto significa arriesgar su título como médico. Ya en el procedimiento, uno de sus colegas le menciona al director del hospital que "el Dr. Medina está operando sin permiso”, sin embargo, no pueden detenerlo debido a que es mayor el peligro de hacerlo que el de continuar.
Afortunadamente, la corazonada de Salvador tiene éxito y Beto tiene una cirugía exitosa. Sin embargo, las cosas se complican cuando el doctor es confrontado y amenazado por el padre del niño. A pesar de la furia, el doctor no duda en decirle que "que no podía dejarlo morir" y que "nunca se arrepentirá de haberlo salvado". Gracias al Dr. Medina es que el pequeño pudo mantenerse con vida.