Cuando pensamos en películas del oeste es muy probable que nombres como el de Clint Eastwood o Herny Fonda nos lleguen a la mente, pero el ícono imprescindible del western es sin duda John Wayne. El actor ha sido durante décadas la representación del vaquero americano ideal: valiente, rudo y con un gran sentido de la justicia proyectando su personaje en películas como Río Bravo, Un tiro en la noche y Más corazón que odio, pero aunque fuese todo un símbolo, eso no garantizó que el actor amase cada producción catalogada en este género.
En el mismo año que Wayne apareció en Temple de acero y Los indestructibles estrenó una película dirigida por Sam Peckinpah que el actor estadounidense no soportaba por su violencia explícita. La trama se desarrolla en Texas en 1913 y sigue a un grupo de forajidos que intenta dar un último golpe justo cuando la vida del oeste tal como la conocían empieza a desaparecer. Los encargados de protagonizar la película en 1969 fueron William Holden, Ernest Borgnine, Robert Ryan y Edmond O'Brien.
De acuerdo con AdoroCinema, en una entrevista concedida a Playboy en 1971, Wayne declaró que para él "La pandilla salvaje era de mal gusto" y que no le agradaba para nada porque cruzaba un límite innecesario en el cine:
Sin la sangre habría sido una buena película. Las películas van demasiado lejos cuando usan este tipo de realismo, cuando la sangre brota y los dientes vuelan, y cuando arrojan un hígado para que parezca el interior de una persona. Fue una de las primeras en llegar tan lejos en el realismo, y los curiosos fueron a verla
Para la estrella de las películas del oeste, era mucho más importante el poder de la imaginación que las representaciones explícitas de la violencia. "Parecen olvidar el único principio fundamental de nuestro negocio: la ilusión. Estamos en el negocio de la magia" dijo, mientras señalaba que este tipo de producciones podrían hacer que los promotores del cine creyeran que la violencia es un ingrediente necesario para el éxito de una película.
En cualquier caso, John Wayne añadió que era cierto que los niños estaban expuestos a una ilusión de violencia, incluso en los cuentos de hadas, y no pensaba que eso fuese perjudicial para ellos, mientras que no estuvieran expuestos a la imagen explícita. "El buen caballero cabalgando para matar al dragón... ¿Por qué necesitamos mostrar al caballero esparciendo las entrañas de la serpiente sobre la montaña de caramelos?", expresó el actor en aquel entonces. Sin duda el actor originario de Iowa actualmente no sería fanático de producciones como Kill Bill, La cacería y mucho menos de Terrifier o Pearl.