Stephen King, el maestro del horror literario y creador de títulos icónicos como It, El resplandor y Misery, parece ser la última persona que se dejaría intimidar por una película de terror. Sin embargo, incluso alguien acostumbrado a crear historias escalofriantes puede ser víctima de un susto inesperado. Aunque King ha pasado su vida diseñando relatos aterradores, hay una cinta en particular que logró aterrorizarlo desde el primer minuto, llevándolo a mirar la pantalla desde detrás de los cojines.
La vasta obra de King abarca desde relatos de terror sobrenatural hasta thrillers de asesinos en serie y cuentos de obsesión llevada al extremo. Muchas de sus obras han sido adaptadas a la gran pantalla con distintos grados de éxito, como Carrie de Brian De Palma, que el propio King considera mejor que su novela original. Sin embargo, hay una película que, a pesar de no estar basada en uno de sus libros, lo marcó profundamente desde la primera escena: El exorcista, una historia de posesión demoníaca y alegorías religiosas que redefinió el género.
La escena que hizo temblar al maestro del terror, Stephen King
King ha señalado que lo que más lo aterrorizó de la icónica película de William Friedkin fue su atmósfera claustrofóbica y cómo cada vez que la narrativa regresa a la habitación de Regan, la tensión se incrementa. Desde el prólogo, donde el reloj se detiene de repente, la película establece un tono de inquietud constante que persiste hasta el final. Para King, son esas “notas de gracia macabras”, esos detalles cuidadosamente ejecutados, los que realmente hacen que la película sea aterradora.
El exorcista fue la primera película de terror en ser nominada al Oscar a Mejor Película, y no solo rompió récords en su género, sino que también se convirtió en el lanzamiento con clasificación R más taquillero de la historia del cine en su momento. Su escena introductoria, aunque no es la más explícitamente aterradora de la película, establece un escenario inquietante que no deja escapar a los espectadores, ni a King, de su asfixiante suspenso.
La escena de apertura establece desde el primer momento un ambiente de misterio y tensión palpable. Ambientada en una excavación arqueológica en el desierto iraquí, el veterano sacerdote y arqueólogo, el padre Merrin (Max von Sydow), descubre una inquietante estatuilla del demonio Pazuzu enterrada entre las ruinas. A medida que examina el hallazgo, el entorno se vuelve inquietantemente silencioso: un reloj se detiene de repente, los trabajadores locales observan con recelo, y un aura de amenaza invisible parece envolver todo el lugar.
La escena culmina con un enfrentamiento simbólico entre Merrin y una estatua demoníaca que se erige contra el sol ardiente, presagiando el mal inminente y el conflicto espiritual que se desencadenará más adelante en la película, marcando desde el principio un tono de terror psicológico y opresiva anticipación.
King ha confesado que no pudo calmarse hasta que los créditos de El exorcista comenzaron a rodar, lo que demuestra el poder duradero de esta película en la historia del cine. Para un autor que ha desentrañado los miedos más oscuros de la humanidad en libros como Doctor Sueño y Christine, fue una experiencia única enfrentarse a una obra maestra del horror que, desde su inicio, lo dejó temblando en su asiento.