El deseo de poder y la ambición son características íntimamente humanas que pueden desatar una catástrofe o una basta serie de disputas, guerras y verdaderos exterminios al desatarse sin control en impresionantes batallas donde se enfrentan lo mejor de nosotros mismos contra nuestra oscuridad.
Por lo tanto, cuando J.R.R. Tolkien se aventuró a crear un mundo fantástico en donde nos contó la historia de El señor de los Anillos que casi provocó la destrucción de la Tierra Media, en realidad el escritor nos entregó una una obra maestra de la literaria y que sigue sirviendo como base de inspiración para la creación de muchos otros mundos.
Sin embargo, la grandeza de Tolkien y su Señor de los anillos no radica solo en la fantasía y la ambición del propio escritor para llevar a cabo una odisea épica repleta de criaturas mágicas, sino también en permitirse ser un puente para que sus lectores pudieran conectar con una amplia serie de referencias y personajes de sucesos históricos que cambiaron el curso de la propia humanidad.
Así, debes saber que Los anillos de poder no son un objeto exclusivo de la fantasía y del universo del Señor de los anillos, sino también joyas verdaderas que despertaron la codicia y deseo de hombres de la talla de Salomón.
Según lo cuenta la leyenda (y recoge la cuenta de X @gandalf_u), "desde tiempos muy antiguos los anillos de poder han estado en la historia de la humanidad". En el caso del rey Salomón, este habría recurrido a un anillo para ordenar al demonio Belcebú la construcción del Templo de Jerusalén mientras que la joya fue grabada con el sello de Salomón y con ello poseía uno de los símbolos herméticos más famosos del mundo.
Dicho talismán fue elaborado en bronce y hierro, y para su uso se necesitaba que el portador también tuviera los siete metales planetarios: oro, plata, cobre, hierro, estaño, mercurio y plomo. Cuando Salomón perdió su anillo, este fue encontrado por un pecador honrado que lo devolvió al rey, y le permitió seguir estudiando así los secretos herméticos dentro de él.
Siglos después, el arqueólogo Howard Carter recurrió a otro "anillo de poder" para protegerse de las maldiciones puestas por los antiguos egipcios en las tumbas de los faraones para proteger sus cuerpos y misterios, y se dice que dicha joya fue hallada por Carter en la tumba del sacerdote egipcio Jua en Assuan.
En Asia, el temible Genghis Khan habría poseído otro de estos anillos poderosos, el cual tenía incrustado un rubí con símbolos extraños. Tras su muerte el anillo pasó a manos de Kublai Khan que lo utilizaba en la mano derecha para asegurarse la victoria, y en Italia, muchos siglos después del ascenso y caída de Genhis Khan, el escritor ítalo Calvino aseguró que de estas joyas hacía que te enamoraras de la persona que lo traía puesto.
Tal joya habría conquistado a hombres como Carlomagno, quien se enamoró perdidamente de una joven germana que llevaba puesto el anillo. Pese a que ella murió, el emperador seguía frecuentando su tumba y nadie podía explicarse su comportamiento, hasta que un arzobispo abrió la tumba para tratar de explicarse la obsesión del emperador, y allí descubrió que el cuerpo de la joven estaba en un estado de sueño perpetuo y no había sufrido ningún proceso de putrefacción.
Tras examinar su cuerpo, el arzobispo descubrió el anillo de la joven oculto debajo de su nueva y al arrebatárselo hizo que el emperador ahora se enamorara de él. Aunque el comportamiento de Carlomagno con la tumba de la joven había cambiado, ahora ambos se frecuentaban demasiado.
Cansado y temeroso de la obsesión del Emperador, el arzobispo arrojó el anillo al lago Constanza, del que Carlomagno se enamoró profundamente hasta solicitar ser enterrado cerca de él tras su muerte.