No cabe duda de que Steven Spielberg es uno de los más grandes cineastas de nuestra generación. Habiendo dirigido grandes filmes como Tiburón, E.T., Indiana Jones, Jurassic Park, Salvando al soldado Ryan y La guerra de los mundos, tan sólo por mencionar unos cuantos ejemplos, el legado de Spielberg es uno que perdurará para toda la eternidad.
Sin embargo, existe una película dentro de su amplio catálogo de producciones que, de acuerdo con la opinión de la gente, es una de las mejores cintas jamás hechas por Spielberg. Con más de 3 horas de duración, y filmada en blanco y negro, esta película es considerada una auténtica obra maestra de la cinematografía contemporánea.
Hoy nos centraremos en los primeros segundos de La lista de Schindler, largometraje que, desde el principio, golpea fuerte al público e inmediatamente capta nuestra atención y nunca la suelta. La cinta arranca en total oscuridad, cuando de la nada vemos cómo se enciende un cerillo y con su frágil llama da luz a dos pequeñas velas.
A medida que la cera se quema, el color de la imagen se desvanece y la película cambia de forma gradual a un filtro en blanco y negro. El resplandor final de la última vela se apaga y la fina nube de humo que produce es reemplazada de forma repentina por la espesa nube de una locomotora, en un presagio particularmente siniestro.
Con un plano fuera de lo común que para muchos podría resultar un tanto extraño, desde sus primeros segundos La lista de Schindler ya nos presenta las dos fuerzas que están a punto de oponerse, el drama absoluto que se desarrollará y la historia que se contará.
Como Steven Spielberg reveló en entrevista para Entertainment Weekly, las velas (tanto al principio como al final de la película) representan "un reflejo de color", "un rayo de esperanza" en medio de su única película en blanco y negro.