En 2015 se estrenó una nueva historia que se sumó a la saga de Terminator y estuvo dirigida por Alan Taylor. La producción buscó revivir la icónica historia de ciencia ficción creada por James Cameron pero a pesar de los esfuerzos no logró el impacto esperado en taquilla ni entre los críticos.
Pese a que su recaudación mundial de 440 millones de dólares la convirtió en la segunda película más taquillera de la serie, Terminator: Génesis solo resaltó porque se convirtió en un ambicioso intento de renovar el interés en la franquicia, introduciendo nuevos elementos y trayendo de vuelta a Arnold Schwarzenegger en su papel icónico del T-800.
La recepción fue mixta y no logró cautivar al público como se esperaba. La crítica fue especialmente dura, señalando problemas en la narrativa y en la ejecución de la película.
Entre uno de los aspectos más comentados del fracaso de Terminator: Génesis fue el ambiente de trabajo durante la producción, que la misma Emilia Clarke, quien interpretó a Sarah Connor en la película, expresó como tormentoso para luego afirmar que fue alivio no tener que participar en más secuelas.
En una entrevista con Vanity Fair, Clarke recordó su experiencia trabajando con el director Alan Taylor, y dijo que él "quedó destruido en Terminator. No era el director que recordaba. No se divirtió. Nadie se divirtió", comentó Clarke quien ya había colaborado con Taylor en varios episodios de Juego de Tronos, y sin entrar en detalles específicos sobre los problemas en el set.
Además mencionó que durante la filmación de Terminator: Génesis, cerca se estaba rodando Los 4 Fantásticos que también enfrentó numerosos problemas técnicos, y según Clarke el equipo detrás de la película de Marvel llegó a comentar: "al menos no estamos en Terminator"; una comparación que resalta las dificultades que enfrentó esta película.