Hay muchas cosas que se pueden decir sobre Ridley Scott y su inmenso trabajo que incluye títulos como Alien, Misión rescate y El último duelo (todas disponibles en el catálogo de Disney+). El cineasta británico ha estado haciendo largometrajes durante casi 50 años y es conocido por su capacidad y voluntad de hacer películas de géneros muy diferentes.
Ni siquiera la incursión en todos los géneros ha sido un éxito, por supuesto, pero la variedad hace que su filmografía sea muy interesante de explorar. Desde 1977, Scott ha trabajado a un ritmo lo suficientemente constante como para dirigir un total de 28 largometrajes, siendo Napoleón de 2023 su película más reciente, aunque a finales de este año llegará Gladiador 2 a la pantalla grande.
Fox 2000 Pictures
La filmografía de Scott está marcada por altibajos, con éxitos monumentales (Gladiador) y algunos fracasos (Éxodo: dioses y reyes). Sin embargo, once años después de su estreno, resulta prudente revisar una de sus obras más oscuras y pesimistas, la cual no fue bien recibida ni por el público ni por la crítica en su momento. Esta reevaluación permite apreciar aspectos que quizás fueron pasados por alto inicialmente.
Con un atractivo elenco formado por Brad Pitt, Penélope Cruz, Cameron Diaz, Javier Bardem y Michael Fassbender, quien interpretó al protagonista principal, el thriller policial titulado El abogado del crimen (disponible en Disney+) fue escrito por el ganador del Premio Pulitzer, Cormac McCarthy y se centra en un abogado de alto nivel que toma la drástica decisión de adentrarse en el submundo del narcotráfico de alta gama.
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‘El abogado del crimen’: Reevaluando una de las obras más oscuras de Ridley Scott
El abogado del crimen no es una obra maestra como Blade Runner, pero es audaz y emocionante de una manera que rara vez se ve en las películas estadounidenses convencionales. Su rechazo sugiere la poca apetencia que hay por propuestas verdaderamente atrevidas en la cinematografía contemporánea. La trama, intencionalmente abstracta, presenta un rompecabezas incompleto, donde sabemos quién traiciona a quién y por qué, pero gran parte del “cómo” ocurre fuera de la pantalla y de la mente del protagonista.
La película trata nominalmente sobre un negocio de drogas que sale mal, aunque en realidad es sobre una especie de salvajismo animal que reina en la frontera entre Texas y México. Este salvajismo es similar al que el sheriff lacónico de Tommy Lee Jones observaba con asombro doloroso en la adaptación anterior de McCarthy, Sin lugar para los débiles. Sin embargo, en El abogado del crimen, la violencia es a la vez más barroca y más sistematizada.
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Las decapitaciones son parte de los negocios cotidianos, y el cargamento no declarado de un camión séptico que cruza el desierto pintado es tan probable que contenga narcóticos ingeniosamente camuflados como uno o dos cuerpos humanos, metidos en barriles y transportados en un purgatorio tóxico interminable.
Filmada en amarillos y marrones abrasadores por el director de fotografía polaco Darisuz Wolski (Prometheus), el filme se presenta como un sueño febril sofocante, y una posible interpretación es que todo es una alucinación prolongada, mientras el abogado yace en la condición rota y desesperada en la que lo encontramos al final de la película, tratando de armar lo que sucedió. La primera línea de diálogo, con el susurro de Penélope Cruz preguntando "¿Estás despierto?" entre un enredo de extremidades desnudas y sábanas, refuerza esta sensación.
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Ya sea despierto o soñando, El abogado del crimen es un objeto fascinante, un triunfo de ambiente y estilo, con una forma que expresa su contenido y diálogos que encuentran una especie de decepción apocalíptica en esta existencia macabra. Es así como estamos ante una de las mejores películas que Ridley Scott ha realizado en una carrera que no recibe suficiente crédito por lo notable que ha sido.
