El cine de aventuras siempre ha sido un género que captura la imaginación y el corazón de los espectadores, llevándolos a mundos exóticos y situaciones llenas de emoción y peligro. Desde las expediciones de Indiana Jones y el templo de la perdición con Harrison Ford, hasta las épicas travesías de Piratas del Caribe con Johnny Depp, pasando por las intrigantes búsquedas en La leyenda del tesoro perdido con Nicolas Cage, el catálogo de Disney+ está repleto de historias que combinan acción, misterio y escenarios impresionantes.
Dentro de este género, caracterizado por su capacidad para transportar a los espectadores a otros mundos y tiempos, destaca 20,000 leguas de viaje submarino, película estadounidense estrenada en 1954. Basada en la célebre obra de Julio Verne que se publicó en 1872, la película, dirigida por Richard Fleischer y protagonizada por Kirk Douglas y James Mason, aborda grandes temas de la condición humana y comparte algunas similitudes clave con Moby Dick.
La épica aventura marítima, protagonizada por Kirk Douglas, que sigue fascinando
Circulan rumores sobre un monstruoso ser marino que está matando marineros, destruyendo barcos y perturbando el comercio. Muchos creen en su existencia, mientras que otros lo dudan. El profesor Pierre Aronnax (Paul Lukas), su asistente Conseil (Peter Lorre) y el maestro arponero Ned Land (Kirk Douglas) se embarcan en una investigación que los lleva a descubrir que el responsable de los hundimientos podría ser el submarino Nautilus, capitaneado por Nemo (James Mason). Pero el misterio no termina ahí, y la mayor de las aventuras marítimas aguarda al Nautilus, su capitán y su tripulación, así como a algunos invitados inesperados.
20,000 leguas de viaje submarino acierta en todos los aspectos. Es una película que, a menudo, se desarrolla en un entorno íntimo y de gran alcance, situándose gran parte del tiempo a bordo del Nautilus, que es relativamente espacioso pero aún confinado. La película se basa en la tensión, el drama humano y, por supuesto, en varios encuentros con todo, desde caníbales hasta el monstruo submarino, lo que le da una mezcla sólida de acción impresionante y una caracterización y drama bien logrados.
La película avanza de manera continua, y a pesar de durar más de dos horas, se desarrolla con un ritmo ágil y un compás agradable que la hace casi perfectamente equilibrada en cuanto a exposición, construcción de suspenso y secuencias de acción increíblemente bien imaginadas y ejecutadas.
El filme es reconocido y aclamado, con justa razón, por la secuencia del ataque del monstruo, que es una maravilla técnica e, incluso décadas después de su creación, y a pesar de los increíbles avances en efectos especiales, sigue siendo una de las secuencias de acción más destacadas en la historia del cine. Es visualmente impactante, emocionalmente agotadora y técnicamente impresionante de una manera práctica que incluso el CGI más robusto de hoy en día no podría igualar en autenticidad y realismo.
Además, la película está maravillosamente actuada; los protagonistas -en particular la leyenda Kirk Douglas, a quien muchos recuerdan por su brillante desempeño en Spartacus de Stanley Kubrick- son espectaculares, aportando una profundidad de carácter y un equilibrio necesarios para añadir resonancia humana a una película que, de otro modo, estaría dominada por sus elementos de aventura y espectacularidad.